Antidio Cabal. Poesía y filosofía. Cosmovisión en Campo Nublo

Álvaro Mata Guillé

Poeta, ensayista y dramaturgo

Munia Cabal Jiménez

Western Illinois University

Entrevistador: ¿Cómo se presentaría usted al público canario que no lo conoce?

Antidio Cabal:  Elementalmente, en un supuesto teórico más o menos desnudo, empezaría diciendo que nací aquí, que aquí cursé mis estudios y aquí tengo mis únicos amigos fundamentales.

Presentar a Antidio y a su obra, y su contribución al mundo de la cultura en lengua española, es una labor de titanes. Por un lado, Cabal es un escritor con una vastísima producción que inicia a una edad bastante temprana y que se extenderá, en términos de producción, a través de toda su vida hasta el momento de su muerte. Por otra parte, la dimensión de su obra, en términos de lo que —como poeta–  contribuye con el repertorio escritural de la poesía española (tanto en su dimensión americana como insular) no ha sido todavía ampliamente entendida. Ubicarlo, asimismo, en el espacio y en el tiempo, es una labor igualmente compleja, dado que –como individuo y como persona– Antidio ha ocupado diversas geografías y espacios.

Esto lo sabemos, desde luego, por su biografía, la misma que escribió él de puño y letra, y de otros datos y anécdotas familiares que hemos ido entresacando. En esta nota sería oportuno, por tanto, ofrecer algunos datos constitutivo-biográficos de la vida de Antidio que no han sido previamente mencionados pero que, creemos, forman parte fundamental de lo que es él como un habitante de la cultura y de la poesía.

Sabemos que Antidio publica varios poemas sueltos en Letras Canarias entre los años 1945 y 1946, junto con otros autores importantes como Pedro Lezcano, Juan Mederos y Millares Sall. En 1946 tenemos noticia de que publica su primer poemario, Lenta Madrugada (Cabal, 1946)

En el año 47, ya en Madrid, Antidio procura dar a conocer algunos poemas más y, por ello, establece un intercambio por carta con Fernando González quien a la sazón era el director de la revista literaria Halcón. En la colección epistolar de este último encontramos tres cartas escritas por Antidio con fechas del 4 de diciembre de 1947, del 11 de diciembre de 1947 y del 18 de mayo de 1948. En la primera, Antidio le solicita la dirección de Mercedes Chamorro[1]Poeta toledana., información que recibe de manera pronta. En esta carta, incluso, podemos conocer la dirección de domicilio que Antidio tenía en Madrid. En su respuesta de agradecimiento a Fernando González, el 11 de diciembre de ese mismo año, leemos:

Efectivamente, soy paisano suyo; paisanaje que no reconozco sino en casos de excepción como el suyo. […]. Hoy hago lo que no hice a su debido tiempo: enviarle este cuadernillo[2]Pensamos que aquí se refiere a Lenta Madrugada, pero no tenemos constancia de ello., que nunca salió de los términos de la isla […] Si ahora lo empleo   es como adelanto de amistad y noticia, nada más […] No lo mencione en absoluto, se lo ruego; es un envío, un presente sin aspiración a estudio.  Al menos así hasta que pueda disponer, dentro de pocos días, de una nueva tirada de versos más recientes; uno de los ejemplares será para usted. Soy el mejor amigo de Juan Mederos, a quien ya conoce. Él continúa encerrado en la carbonera, allá en Las Palmas, aunque puede que no por mucho tiempo más. Hasta estos momentos no he publicado en revista alguna; quisiera saber si en Halcón pueden encontrar cabida versos míos. En Madrid me he animado bastante, y aunque no dispongo de tiempo en gran cantidad ni de cierta tranquilidad interna, continua, trabajo a ratos. – Solo, desde luego, que es lo magnífico, pues a nadie conozco[3]Carta de Antidio Cabal a Fernando González. 11 de diciembre de 1947. Copia digitalizada por la Biblioteca Insular.  Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural. Cabildo de Gran Canaria..

Espero que V. me conteste cuando pueda, claro. Me hago cargo de su labor y de mi carta, puede que inoportuna.

Le agradezco de nuevo su atención. Le envío mi amistad y repito que soy S.S. Antidio Cabal González.

No ha sido posible determinar si, efectivamente, Antidio llegó a publicar algunos poemas en Halcón, revista que gozaba –por demás– de gran prestigio en la España de la posguerra[4]En esta revista literaria es donde se publican, por vez primera, las «Nanas de la cebolla» de Miguel Hernández. Ver: Valsero, Marta (2015): «La Revista Halcón, documentada a través del Archivo de la Fundación Jorge Guillén», Ogigia. Vol. … Seguir leyendo. Lo que sí queda patente, a través de su intercambio epistolar con Fernando González, es que Antidio, en ese hiato temporal entre su estancia en Madrid y su partida hacia América, continúa trabajando en su poesía y en la búsqueda de espacios de publicación.

Otro dato constitutivo-biográfico de Antidio lo encontramos en una misiva dirigida al poeta gallego Celso Emilio Ferreiro, escrita desde Caracas el 13 de enero de 1974. Si bien el objetivo de la carta es la de proponer a Celso Emilio la edición de una antología –ojalá bilingüe– de la obra poética de este autor, desde O sono sulagado hasta el año en que se escriben. Antidio menciona la publicación de su propia obra:

Epitafios entra ahora en imprenta. Esta misma semana. Igualmente, en la Dirección de Cultura de la Universidad Central [de Venezuela] voy a plantear con toda formalidad la inclusión de una antología de tu obra. […]. Se trata de una nueva colección, mediante la cual se subsanará la irregularidad de que no se pueden publicar autores extranjeros. De momento, van Ernesto Cardenal –Poemas reunidos 1949-1973– y poesía inédita de Pablo Neruda. Vale la pena figurar ahí[5]Carta de Antidio Cabal a Celso Emilio Ferreiro, 13 de enero de 1974. Facilitada por el Sr. Luis Ferreiro de la Fundación Celso Emilio Ferreiro..

Sabemos que Epitafios no llega a publicarse en ese año. ¿Qué puede entonces explicar el hecho de que no se haya concretado la edición? ¿Qué puede explicar esta constante? El explicar esta circunstancia de la publicación tardía, extendida en el espacio-tiempo, creemos que se debe en primer lugar a una premisa personal, básica, del escritor, de no publicar sino aquello que él sintiera, de una manera orgánica si se quiere, era digno de publicación. Otras veces, es probable que hubiera otro tipo de circunstancias, entre ellas la de que incontables veces Antidio financiara sus publicaciones de su propio pecunio. Al respecto, en el año 98, él mismo comentaba:

En cuando a mi poesía diría que, de una manera ocasional, a través de la vida, he publicado siempre lo último de manera fragmentaria, lo cual es incorrecto, y además, en ocasiones históricas determinadas, de tal manera que siempre ansié publicarme mi poesía genéticamente, empezando por mi primer libro que a mi juicio resultara publicable, que es lo que en adelante he hecho, empezando por Poesía y Error, el primero que publico orgánicamente completo, y siguiendo el sistema de primero el huevo y luego la gallina. (Cabal: 1998)

Fig. 1: Edición de Epitafios de Antidio Cabal en la editorial Kriller71, Barcelona, 2014

Sabemos que este fue el caso, por ejemplo, de Gran Tiempo. Publicado en Caracas en 1974, Gran Tiempo es solamente una parte de un poemario más grande y complejo que incluye Poética uno, Gran Tiempo y Los poemas de Caracas y que fuera editado póstumamente con el título de Poesía de uso. (Cabal: 2013)

En la geografía física, sabemos que se constituye como un individuo trasatlántico, «con dos orillas», decíamos en un escrito anterior, y en general los esbozos biográficos de Antidio cubren sus múltiples viajes y desplazamientos en los que los libros y los escritos devenían en un patrimonio tanto o más importante que los enseres personales. Antidio ha sido incluido no solo en antologías y estudios de literatura española. Se ha reconocido ampliamente su papel en el trabajo editorial en Costa Rica y en Venezuela. También ha sido considerado como un poeta costarricense nacido en las Canarias, y no es raro encontrar referencias a su trabajo y participación en la vida cultural y literaria costarricense en libros sobre historia de la literatura en Costa Rica (Rojas y Ovares, 2018). Su vinculación con la poesía costarricense no solo abarca la edición de poetas que escriben en lengua española, sino también la edición de antologías de poesía indígena. (Cabal, 2003) Esta quizá también sea una de las labores menos conocidas de Antidio. Sabemos qué hizo: creó varias editoriales, las dirigió e impulsó la labor de otros a través de ellas. Pero ciertamente, hay otros espacios y geografías, entendidas en sentido lato, de las que Antidio participa a través de su vida, en las que Antidio construye y se construye.

Por ejemplo, es poco conocida la vinculación de Cabal con el arte teatral. Hay que mencionar que sus primeros pasos en el teatro ya los había dado en el Instituto Pérez Galdós, en donde, además, también se había vinculado con el deporte del baloncesto a nivel competitivo. Luego de su llegada a Costa Rica, la vinculación de Antidio con el mundo cultural fue significativa y relativamente rápida. De ello da cuenta el artista visual Juan Luis Rodríguez[6]Comunicación personal.. Ya en 1956, Antidio participaba de manera plena y activa con un grupo de teatro llamado Asociación Cultural Teatro Arlequín de Costa Rica, que era un grupo de teatro independiente constituido por personas vinculadas a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Costa Rica. Ya en una nota publicada en el diario La República del 27 de marzo de 1956, Antidio relataba los ires y venires del grupo teatral en su presentación en un festival en Guatemala  (Mesén Sequeira, 2018: 38) con La zapatera prodigiosa de García Lorca. Antidio también se vio activamente involucrado con otras asociaciones teatrales presentes en San José y con fuertes vínculos con el espacio universitario:

Ese mismo año y como director de la Asociación de Teatro Universitario, el arquitecto Lenín Garrido solicitó el permiso para que se presentara el «Teatro de Bolsillo» de Costa Rica en las instalaciones del Teatro de Cámara. […] La dirección del «Teatro de Bolsillo» estuvo a cargo de Jean Moulaert, quien dirigió en esa ocasión a Antidio Cabal, Mario Ferrat, Carlos María Jiménez, Virginia López y Mario Ulate, entre otros. (Fumero, 2011: 16)

¿En qué sentido se torna relevante el mencionar estas actividades artísticas paralelas? La escritura poética era, para Antidio, vinculante de todas las artes. En el proceso formativo del poeta, decía, no existen cursos universitarios, pero sí una formación especial, una «dieta especial» la llamaba él, en el que el artista, fuera este escritor, bailarina, actor, debía alimentarse de todas las artes. Escribir para Antidio no era pues, una actividad en aislamiento.

Antidio y la poesía canaria

Antidio, como un ser trasatlántico, en ese sentido nunca dejó Canarias. En 1998, Mariano de Santa Ana, en conversación, le preguntaba:

M. de Santa Ana: Creo que nunca ha roto el hilo con la poesía canaria, ¿qué aspectos le interesan de ella?

Antidio Cabal: De la poesía canaria, me interesa naturalmente el mar, el lugar común insalvable y valioso, porque cuando un lugar es común es porque no lo podemos desplazar y si no lo podemos desplazar es porque es tópico -topos- porque no hay un modo de quitárselo de encima, porque si nos lo quitamos de encima, nos estrangulamos. (Santa Ana, 1998)

Quizás sea el mar esa profunda conexión –lo hemos dicho antes– en la constitución poética de Antidio. En términos de su cartografía, se volvió parte de la naturaleza americana, en la lírica y en su articulación telúrica.  No sería una falsedad decir, pues, que Antidio construye y se construye en un espacio trasatlántico que lo trae siempre de vuelta al paralelo 84. Ya en una entrevista él declaraba «Yo me siento muy español, pero yo me hice como ser humano en Costa Rica»[7]Entrevista a Antidio Cabal. Programa Análisis. Canal 15. Universidad de Costa Rica..

Fig. 2: Antidio Cabal en una de sus últimas apariciones públicas

La poesía de Antidio, Campo Nublo y su espacio en la poesía iberoamericana del siglo XX

Cuando Antidio muere tiene entre manos varios proyectos de publicación, entre ellos, una segunda edición de Campo Nublo, que estaba planeada para salir a la luz antes de la que terminó, siendo la segunda edición de Campo Nublo por la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias.

En el proceso de esta planeada pero nunca publicada edición, Antidio todavía estaba perfilando los poemas. Esta segunda edición iba a tratarse más bien de una selección de Campo Nublo, que obedecía a la misma perspectiva de trabajo poético de muchos otros grandes escritores, entre ellos Octavio Paz, en el que se aprecia que el ejercicio poético, más allá de una simple corrección, es un trabajo de reelaboración y aprendizaje constantes, de continua reformulación del oficio de escritor. Un proceso de redescubrimiento continuo.

Campo Nublo es una obra poco conocida, como lo es Antidio, pero es sin lugar a dudas un libro que debería estar presente en el ideario iberoamericano de la literatura. ¿Qué hay en esta obra que resulta relevante para el corpus de obras literarias en lengua española de la segunda mitad del siglo veinte?

Fig. 3: Edición de Campo Nublo realizada por la Viceconsejería de Cultura y  Deportes del Gobierno de Canarias en la colección Poesía, 2000

La historia de la literatura del mundo nos permite leer obras que permanecen, que van quedando y otras que se pierden. Autores que son muy comprados en un período determinado, «muy leídos» en el momento, rápidamente desaparecen del contexto. Por otro lado, El Quijote, La Divina Comedia son obras que marcan una pauta y quedan porque su voz tiene no solo una gran calidad literaria sino que incorporan una serie de elementos particulares. Por ejemplo, Dante creía, para sus adentros, que estaba escribiendo un tratado de filosofía que mostraba el entorno de lo que vivía en el  momento en que le tocó vivir, el del mundo medieval que lo rodeaba. Este tipo de libros marcan una etapa. Al leer Campo Nublo, uno se encuentra una obra así: un libro en el que un poeta, un filósofo, se replantea el mundo en su condición de exiliado. Un exiliado no solo político al huir de la guerra civil española, sino porque se replantea el mundo a partir del hecho de que es un exiliado entre todos los exiliados, una especie de desterrado del mundo, que marca distancia con respecto a lo que él siente falso, mediocre, que establece una separación con respecto a la perversión del mundo y le obliga, en esa soledad, a plantearse quién es. Y esos son autores que marcan una coyuntura distinta, autores que, en el contexto de una guerra civil, de una dictadura, se replantean el mundo. Hay en ello varias coincidencias con otras obras, que conviene destacar.

Este libro sale en 1956, al mismo tiempo que se publica Tránsito de Fuego, el libro de la escritora costarricense Eunice Odio, otra desterrada que comparte también su condición de exiliada. En esa misma coyuntura, Octavio Paz publica El arco y la lira. Conviene puntualizar que los tres son autores que están preguntándose cuál es el sentido de la poesía,  el  de la vida y cuál es su sentido, como escritores, en ese contexto y eso requiere un replanteamiento:

En un lugar de Las Palmas de Gran Canaria, de cuyo nombre quiero acordarme, en el Instituto Pérez Galdós, conocí a Sócrates […] Yo vivía escondido en mi subconsciente, adonde yo me había llevado a mi espíritu. Mi yo era mi desolación. Aguardaba escaparme de la sima de Jinámar, donde vivían asesinados de los profesionales orgánicos de Dios, de la grandeza de los delincuentes. Yo era joven, pero yo acechaba. Yo analizaba a los agresores, yo me asomaba a la parte racional de la razón, la poesía me ayudaba a pasar entre los ejecutados. Y un buen día, un glorioso día, un día victorioso, un día de triunfo, un día ético, Sócrates pasó entre las sombras. Sócrates suprimió la aberración en la opacidad ambiente y vi a ese hijo de cantero y comadrona, pardo y blanco. Vi su figura de embrión, su figura de cebolla, y que me miraba con mirada de materia, con sus ojos que veían hacia adentro y hacia afuera. Sentí una gran libertad en mi individuo, que yo descubría mi persona. Mente, mente, mente, volvió a unidad original y el peligro de una mala eternidad fue sobrepasado, y mis encuestas de espíritu se volvieron favorables. Era una mejoría abstracta y concreta. Y desde esa verificación de esencia, de ese fragor y esa estructura, o desaparición humana, yo no he cambiado la existencia de identidad. (775, Campo Nublo)

Este texto es un tratado, una revisión de la vida. Y también, por supuesto, una postura epistemológica sobre la que más tarde, el mismo Antidio establecería como una posición tomada a partir del hecho de que el fenómeno poético es intuición y es conocimiento: «Si  en el fondo conocer quiere decir tocar el principio de lo que es,  pues es tocar el principio de lo que es. Y la poesía toca el principio de lo que es por otra vía distinta de la científica o la religiosa» (Santa Ana, 1998).

En ese sentido, Antidio añade que el conocimiento occidental, en el que él mismo se reconoce formado y deformado, tiene un concepto del conocimiento bastante limitado, aunque sea profundo y valioso. Antidio acota:

Me han impedido ver mi propio inconsciente, forzándome a pensamientos absolutos, a elecciones que me hacen desaparecer. Me han impedido ver mi propia naturaleza, forzándome a sentimientos absolutos, a elecciones que me hacen desaparecer. No me dejan pasar libremente por mí mismo, agitan dos raíces. No permiten que mi yo sea objeto, que yo sea mi sujeto, que yo no tenga mi yo como y tengo mi yo. No me dejan que yo auto piense mis sentidos, auto sentir mi mente. Pero yo no puedo dejar de fluir. Tengo visiones más allá de las analogías. Mi imaginación directa evoluciona fuera de esto, mi identificación directa me arrastra a mi identificación directa. Me gusta cómo empiezo y cómo acabo. Yo no quiero ser una porción. (303, Campo Nublo)

Con ello, Antidio crea una cosmogonía, una metafísica de ese yo, de quién es, de quién se distancia y de quién se reafirma. Y, sobre ese proceso de búsqueda de identidad y de ubicación en el mundo, Antidio también señala:

El viento entra por la ventana. Yo estoy solo, al modo como está solo un jarrón. El viento mueve las cosas en la habitación. Con la presencia del viento y su actualidad repentina me acuerdo de que la apariencia es inocente y activa. Me siento mal de no ser viento y aparente. Muchas auto sospechas recaen sobre mí. (110, Campo Nublo)

Otro elemento importante en este proceso (del logos, lo llamaría Antidio) existe en la poesía de Cabal y en la de otros autores más contemporáneos, este vínculo entre poesía y pensamiento, pensamiento y expresión. Para Antidio no es concebible escribir sin pensar, se presenta la interrogante de cómo es posible pensar sin indagar sobre el mundo; son las preguntas del que escribe las que constituyen una relación con ese entorno. Hay en ello una unidad: pienso y estoy existiendo pero, al mismo tiempo, estoy sintiendo y esta combinación de elementos lleva al autor no solo a descubrir un mundo sino a construirlo. En ese sentido, esos son los elementos que hacen que un libro como Campo Nublo y un autor como Antidio Cabal sean necesariamente mencionables. Este es, por un supuesto, un memorándum , un mensaje de que la historia no siempre menciona o ha  mencionado a quien tiene que mencionar, por eso nos hemos venido dando, poco a poco, a esa tarea.  Antidio Cabal es un autor de esos. Imprescindible en la construcción de la literatura y de la filosofía en relación con estos componentes fundamentales de poesía, pensamiento y expresión que hemos nombrado.

Ya en 1947, en una nota publicada en una revista de circulación canaria, Juan Fuentes González hacía referencia a la fuerte influencia de Vicente Aleixandre en la obra poética inicial de Antidio[8]Anecdóticamente (nos contaba Antidio mismo) sabemos que conoció a Vicente Aleixandre a sus más o menos quince años. Contaba Antidio que, transcurridos varios años, y cuando ya se había marchado a “hacer la América”, Aleixandre … Seguir leyendo, en su libro titulado Lenta Madrugada (1946). En su aproximamiento a la poesía de Antidio en este libro, Fuentes González propone que hay en él tres componentes fundamentales:  un elemento metafísico, uno intelectual y un tercero que él denomina “penurgorniano” (sic) (Fuentes González, 1947).

Fuentes González se detiene en este carácter “penurgoniano” que, en su significado galicado refiere a un espíritu colectivo, gregario. En palabras de Fuentes González: «Analicemos a este poeta interesante que es Antidio Cabal […]Esto de imitar es propio de personas no comunes, si al hacerlo se proponen otro fin: el “descubrimiento”. No se será entonces un genio, sino un artista. Artista de la forma: esto es lo que pretende abrazar Cabal”. (Fuentes González, 1947: 3)

Fuentes no solamente señala la importancia e influencia indiscutibles de Aleixandre en la poesía de entonces de Cabal, acota asimismo que la ruta de la poesía del Cabal de entonces no pueda ser necesariamente predicha como su poesía del futuro: «Todo depende de ese período de gestación laborativa que marcará cierto día el cauce señero de una poesía definitiva». (Fuentes González, 1947: 3)

Pero este autor no aborda el carácter metafísico o intelectual de la poesía de Antidio. Sí señala que desde esta poesía inicial hay una búsqueda y una exigencia constantes que, ya hemos anotado, también resulta evidente en Campo Nublo, que se edita diez años más tarde. Cabe preguntarse cuáles son las preocupaciones metafísicas e intelectuales que se reflejan en Campo Nublo. ¿Cuáles son los ejes, las preocupaciones en esta obra? Con el riesgo que implica reducir o simplificar el argumento podríamos considerar, primero, el aspecto del exilio (en Costa Rica, Venezuela, Nicaragua, de nuevo Costa Rica). En todos estos lugares no solo no dejó de vincular la reflexión filosófica, el preguntarse por sí mismo y el entorno, sino continuó preguntándose por ese entorno, En Campo Nublo hay una redefinición del mundo en su totalidad: desde el punto de vista ético, desde el punto de vista ontológico (cuál es este sentido del ser), desde el punto de vista de por qué escribe, qué escribe y qué significa ejercer el acto de escritura. De ahí que sea tan interesante y digna de mención esta similitud en la preocupación por el oficio de escribir que comparte, en tiempo y en espacio, con escritores como Octavio Paz y su El arco y la lira y Eunice Odio con Tránsito de Fuego, con temáticas y preocupaciones similares. Estas tres dimensiones (la ética, la ontológica y la del oficio del escritor) proveen esta perspectiva global, por ejemplo: «El mundo está lleno de asesinos. Sus vías son sagradas, y terminan en la noche obscura del alma, donde empiezan». (30, Campo Nublo). Y este otro, muy actual, desde la ortodoxia de lo políticamente correcto, de la cancelación de la historia, de clases políticas profundamente mezquinas que sólo piensan en sus intereses:

Vivimos en una época de bastante confianza con la mierda. Siempre la ha habido con la muerte y el miedo, nunca, hasta hora, con los órganos residuales. Es un interés por la totalidad de la imagen, por la unidad del concepto. Se ha descubierto una nueva fuente autobiográfica, con cuyo código de puerta se perfeccionarán los planes espeleológicos. (155, Campo Nublo)

En estos dos textos, en relación con lo que apunta Juan Fernández, vemos que en Campo Nublo hay una dimensión filosófica: Antidio se pregunta quién es en este mundo, cómo lo redescubre, pero –también– cómo lo nombra. Hay, desde luego, una dimensión evidentemente poética: Antidio se ve como un poeta; y hay, al mismo tiempo, una dimensión ética: ¿cuál es mi comportamiento ante el horror que ocurre? No solo lo señala Antidio en relación con la dictadura franquista, sino porque escribe en un ambiente, en un cosmos en el que hace apenas una década se ha descubierto el horror revelado por los campos de concentración de los nazis. Terrible hallazgo que generó un gran estupor en un mundo que había apostado por que el progreso, la educación y el humanismo nos iban a hacer mejores, creyéndonos la falacia de que si leemos mucho y somos muy intelectuales, eso nos va a hacer mejores personas. Al leer estos dos textos vemos una dimensión ética, un ethos, una relación con la sociedad y cómo se actúa en ella.  Cuando alguien te dice que vivimos en una época de gran confianza con la mierda, no parece que lo escriba en 1956. En realidad –señala Antidio–, vivimos en una época de una gran confianza con la totalización de la mierda: de alguna manera, esta banalización, la trivialización y la decadencia de lo ético y de lo moral nos hace que estemos pensando en estos “órganos residuales”, como señala Antidio.

Ya desde allí tenía una dimensión mucho mayor, esa es la gran riqueza de Campo Nublo. El título es espectacular: Campo Nublo.  En sí, es indicativo de algo que está nublado y, por tanto, implica que también se desea ver algo en las tinieblas. La dimensión brindada es casi total: es filosófica –pensamiento, conocimiento–; poética –volver al origen, redescubrir las palabras, lo no-nombrado, el silencio–; y ética: relación con la sociedad, la convivencia, vivir conmigo mismo. Campo Nublo es por ello bastante enorme.

En relación justo con esa dimensión filosófica, en una entrevista del año 1998, en las Canarias, Antidio señalaba: «…no separo la filosofía de la poesía, dicho sea, como si yo fuera un presocrático» (Santa Ana, 1998):

Agua, fuego, tierra, viento, especies no meditativas, modelos principales de mi yo. Pertenezco a estos pelotones eterno-delicados, recibo sus doctrinas indígenas. Me documentan acerca del instinto y del éxtasis. Veo la solución. (64, Campo Nublo)

Vemos que el escritor no solamente incorpora los elementos presocráticos ya sabidos, sino que también presenta una dimensión telúrica que informa su condición humana y provee una respuesta a la dimensión ética que explora. También, la hay filosófica: «El conocimiento que no coincida con la poesía no coincide con el conocimiento…» (40, Campo Nublo)

Claramente Antidio se posiciona: una poesía que no acepte el conocimiento, que implica necesariamente la crítica, la ironía, la constante revisión, el volver a los orígenes, etc., para Antidio no es poesía o es una poesía muy pobre. Evidentemente es un poeta que está en otro lugar, en otra dimensión. Se parece mucho en ese sentido al escritor venezolano Rafael Cadenas (Premio Cervantes 2022) en este tipo de reflexión “golpeadora”, muy sintética, sin adornos ni florituras, pero al mismo tiempo de una belleza que hay que abrir al conocimiento, al pensamiento, a la reflexión, a lo ético. para poder encontrar una correspondencia con lo que uno es.

Antidio como escritor: un estibador de la palabra

Vemos también en Antidio una característica particular y es el hecho de que, en su obra y en su quehacer poético se entrecruzan dos líneas. La línea filosófico-epistemológica con la línea del oficio de escritor. Es lugar común ya decir esto, pero sabemos que fue una persona cuyo motivo con la poesía, como diría él mismo, era «escribir, sudar poesía, buena o mala, no lo sé, pero sudar por cuenta propia» (Rojas, 2005). Pareciera entonces que, en esta elaboración y en el entendimiento de qué es ser un escritor, para Antidio el poeta es un ser que –a través de su oficio– contribuye con el conocimiento.

Pues bien, una pregunta más concreta sería ¿qué es lo que trabaja un escritor? El que escribe, trabaja con un lenguaje, un lenguaje que «desaparece» en tanto que al plantear preguntas como «quién soy», «dónde estoy» el escritor debe reencontrarse con el lenguaje, excavar en él y desde él para responder con una nueva articulación de las palabras que le permita responder a esas nuevas interrogantes que existen tanto en el plano ético-filosófico como poético. En el proceso de redescubrir el lenguaje, el escritor regresa a la esencia, al origen. La poesía y la filosofía se encuentran en el principio. El poeta y el filósofo comparten ese retorno, cada uno a su manera. La contribución de Antidio reside en que en él y en su oficio como escritor, se dan las dos: la poesía y la filosofía. Este es ciertamente, el Antidio real: el filósofo que retorna al origen y el poeta que habita en esa vivencia y tiene que regresar a esa génesis para nombrar los objetos y las experiencias vitales que lo rodean. Los contextos varían, cambian, de ahí que la preocupación de Antidio por la constante revisión de su trabajo no constituya un elemento estático, sino un componente dinámico y fundamental de su quehacer. Antidio lo tiene claro: articula cómo se entremezclan la filosofía, el conocimiento, la pregunta y la poesía, porque la poesía es un canto que redescubre los nombres. En síntesis, ese volver al origen se articula en torno a tres ejes: un no sé, la certeza de que existe una incertidumbre, y la tarea de renombrar aquello que no tiene nombre para tener un lugar –al menos circunstancial– en el aquí y en el ahora.

Hay que añadir, eso sí, que para Antidio detrás de ello hay un compromiso, un compromiso con la poesía misma. En ese sentido, se nos revela como un tipo muy sensato. Comunica lo sabio de una manera sencilla (lo cual, por demás, era una característica personal de Antidio en todo momento):

Yo, como el Espíritu Absoluto, carezco de rostro. Soy un estibador ralo de poemas. Si me fuera factible persistir en la nómina de los de baja graduación de labores de la poesía, me gustaría que se me recordase porque la amé, y porque pretendí formar parte de su ser y no del mío. (201, Campo Nublo)

Escribe, pues, su acta de nacimiento, se declara como un trabajador de la poesía, un ciudadano lírico de a pie. Por supuesto, el escritor debe desplegar una ética hacia lo que escribe. Por lo tanto, no puede renunciar a esa necesidad de saber, al imperativo de nombrar, de buscar con precisión qué palabras debe incorporar para construir ese lenguaje. De renunciar a este compromiso, a este protocolo, se produciría una ruptura con la ética de la literatura porque se rompería una ética con lo humano, o dicho más precisamente, con ese humano que no sabe de dónde viene ni por qué está acá.

Cuando me encuentro solo, la compañía es inmensa. Me desubstancio de los espíritus recomendados, no acepto la sangre de la multitud, ni las contribuciones de la pandilla humana, ni la grasa de las sectas, huyo de la sociedad que cree fuera de sí. A decir verdad, temo ser remodelado. No quiero ser desangrentado. Me acompaño sin potestades, sin cultura. Yo soy mi botín, yo soy mi unihabitante. Quiero asegurar mi devenir, y no quiero perder significado. (133, Campo Nublo)

Antidio refleja evidentemente un choque con el mundo contemporáneo, que se caracteriza por lo trivial. Precisamente en ese «no querer perder significado» que se traduce en un no «desaparecer en la nada», que es, esta última, una de las características de la actualidad.  Una contemporaneidad que ha hecho perderse a la persona, que ha banalizado el conocimiento y la crítica al punto de haberlos descalificado, un mundo en el que cualquiera tiene derecho a opinar. Cierto es, pero no cualquiera escribe lo que escribía Antidio. De ahí –claro– que Campo Nublo parezca un libro escrito en este último par de años y tenga una singularidad que la destaca dentro de la obra poética iberoamericana del siglo pasado.

Queda claro que es un reto para la sociedad de hoy el leer a Antidio Cabal, con el riesgo –lo anunciamos ya– de que el lector no queda incólume, de Campo Nublo no se sale ileso. A través de esa lectura, el poeta también llama al lector a que se reconstruya. Es un libro inolvidable y de recomendada lectura. La invitación queda, pues, hecha.

NOTAS

NOTAS
1 Poeta toledana.
2 Pensamos que aquí se refiere a Lenta Madrugada, pero no tenemos constancia de ello.
3 Carta de Antidio Cabal a Fernando González. 11 de diciembre de 1947. Copia digitalizada por la Biblioteca Insular.  Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural. Cabildo de Gran Canaria.
4 En esta revista literaria es donde se publican, por vez primera, las «Nanas de la cebolla» de Miguel Hernández. Ver: Valsero, Marta (2015): «La Revista Halcón, documentada a través del Archivo de la Fundación Jorge Guillén», Ogigia. Vol. 17, 81-91.
5 Carta de Antidio Cabal a Celso Emilio Ferreiro, 13 de enero de 1974. Facilitada por el Sr. Luis Ferreiro de la Fundación Celso Emilio Ferreiro.
6 Comunicación personal.
7 Entrevista a Antidio Cabal. Programa Análisis. Canal 15. Universidad de Costa Rica.
8 Anecdóticamente (nos contaba Antidio mismo) sabemos que conoció a Vicente Aleixandre a sus más o menos quince años. Contaba Antidio que, transcurridos varios años, y cuando ya se había marchado a “hacer la América”, Aleixandre reiteradamente preguntaba qué se había hecho “ese muchachito que escribía”.

Bibliografía

CABAL, Antidio (1946): Lenta Madrugada, Las Palmas de Gran Canaria: Cuadernos de Poesía y Crítica.

CABAL, Antidio (2003):  Poesía Indígena. Volumen I., en Íd. (comp.), Costa Rica y Poesía, San José: Corporación Ejecutiva para el Desarrollo Costarricense.

CABAL, Antidio (2013): Poesía de uso, Madrid:  Ediciones Amargord, ed. Antonio Orihuela.

FUENTES GONZÁLEZ, Juan (1947): «Lenta Madrugada o la poesía de Antidio Cabal», Falange. 23 de marzo. Copia digitalizada. Las Palmas de Gran Canaria: Biblioteca Universitaria.

FUMERO, Patricia (2011): «La creación de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica». Revista Estudios, 24.

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ROJAS, Vinicio (2005): Entrevista a Antidio Cabal, Programa de Identidad, Arte y Tecnología, Heredia:  Universidad Nacional de Costa Rica.

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