Introducción
Metidos de lleno en plena organización de actos para conmemorar el centenario del fallecimiento de nuestro poeta, conviene hacer memoria, volver la vista hacia atrás y ver qué acontecimientos se desarrollaron con motivo de la anterior celebración; quizás, dentro de otros 50 años, alguien haga una revisión de lo que en estos momentos se está proyectando, y el Covid19 y todas las circunstancias que lleva aparejadas, sean tan solo un vago recuerdo de un eco lejano.
Hace 50 años, en una sociedad que despegaba, una isla –Gran Canaria– que comenzaba a despertar, a anchar sus horizontes poblacionales y a cambiar su fisionomía y sus modelos económicos, se conmemoraba el L Aniversario del fallecimiento de Tomás Morales, el poeta más celebrado de las letras canarias. Hoy, como ayer (ese ayer que se hace tan lejano, pero que el recuerdo trae a la memoria y lo hace tan próximo, a pesar de que medio siglo nos separa de aquel año de 1971), celebramos el centenario del fallecimiento del poeta, por lo que conviene adentrarnos en los recuerdos escritos en prensa para ver qué ha pasado en este tiempo.
Una búsqueda apresurada por la hemeroteca digital nos da un resultado de 520 páginas que contienen “Tomás Morales”, lo que hacen un total de 5200 entradas de prensa en un único año, 1971, con una media de 14 referencias por día, cantidad que evidencia la enorme presencia del nombre del poeta en la sociedad canaria desde muchos aspectos diversos, puesto que gran parte de estas referencias publicadas hacen mención a la vela latina y al bote que lleva su nombre, al Instituto de Enseñanza Media Masculino que lleva su nombre también, así como al Paseo y a la Plaza homónimas, en la que se encuentra la Casa de Socorro de la zona de Arenales y la Biblioteca Pública.
El poeta revela una enorme presencia social, a pesar de haber transcurrido 50 años desde su prematuro fallecimiento un 15 de agosto de 1921; se habla de él no solo desde el respeto literario, sino también con gran cariño hacia su figura, cariño y cercanía. Los proyectos y las acciones de aquella conmemoración son un claro ejemplo de la importancia que Tomás Morales tiene para la sociedad canaria y cómo la sociedad y el mundo cultural quieren dejar constancia de esa relevancia.
Homenajes, conmemoraciones, premios
Por aquel entonces aún era posible encontrar personas que habían conocido personalmente a Tomás Morales, algunas de ellas incluso amigos y compañeros de batallas; tanto es así que uno de los actos iniciales, en enero de 1971, fue la organización por el Neo Tea de un reconocimiento a los poetas decanos con una celebración-homenaje de poetas en el Bodegón del Pueblo Canario. En aquellos tiempos una buena celebración conllevaba un buen comistraje y la mayoría de celebraciones se hacía en hoteles y restaurantes. En esta ocasión participaron Luis Doreste Silva (1882), Saulo Torón (1885), Pedro Perdomo Acedo (1897), Fernando González (1901), que fallecería al año siguiente, y Josefina de la Torre (1907). Todos ellos fueron muy cercanos a Morales, desde Luis Doreste Silva, amigo y compañero de estudios de Medicina en Madrid, quien le abre las puertas de los círculos de escritores en la capital; pasando por el máximo admirador de Morales, el hermano Saulo Torón, pues eran como hermanos, en la mutua amistad con Rafael Romero Alonso Quesada. Y entre ellos también los más jóvenes de la generación siguiente, los citados Fernando González, quien cuidó la edición póstuma del volumen I de Las Rosas de Hércules, o Pedro Perdomo, que pudo disfrutar de su amistad y magisterio en los años aquellos de Ecos; o Josefina de la Torre, la benjamina del grupo, a quien su precocidad artística y literaria le llevó a poderlo conocer tempranamente. Dos generaciones que no se enfrentaron, sino que asumieron el camino iniciado por los mayores, lo continuaron, lo hicieron evolucionar sin rupturas, acaso porque en ambas generaciones subyacían unas mismas intenciones estéticas y porque asumieron que formaban parte de una tradición propia. Como colofón al acto, Fernando González habló en nombre de todos los homenajeados, recordando la figura de Tomás Morales y el deseo de un soberbio homenaje previsto para el 15 de agosto.
En esas fechas también cabe mencionar a Agustín Millares Carlo (quien era el encargado de presentar el acto y envía una carta de adhesión al homenaje ante la imposibilidad de asistir, que será leída por el hijo del poeta, Manuel Morales) y Claudio de la Torre, grandísimo poeta a pesar de haber escrito poquísimos versos y a quien se debe, según nos relata el hijo de Tomás, Manuel Morales, la propuesta para que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria erigiera un busto de Morales en el corazón de la ciudad.
El Cabildo de Gran Canaria, a través de la Casa de Colón, convoca, aunque no le correspondía por su carácter bienal, el Premio de Poesía Tomás Morales, y publica el galardonado el año anterior, Pedro Perdomo Acedo, en esta ocasión con un poemario de estirpe marinera, Elegía del capitán mercante, claro homenaje al maestro. La nueva convocatoria estará dotada con 30.000 pesetas, repartidos de la siguiente manera: 15.000 pesetas para el primer premio, 10.000 pesetas para el segundo y 5.000 para el tercero (hoy la convocatoria es de 8.000 euros para un único premio). El fallo se da a conocer el 12 de octubre: el primer Premio Tomás Morales será para Luz de agua, de Pedro Perdomo Acedo, quien repite por año consecutivo, y lo recibe de manos del hijo del poeta, Manuel Morales Ramos. El libro se publicará con una dedicatoria inicial en forma de pirámide: «A Tomás Morales, lo que su muerte dolió (1921) solo el grumete de la voz lo sabe» texto que servirá para colocarse en la placa que señala el domicilio en el que falleciera el poeta en la calle Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria. El segundo premio será para Cartas y Noticias, de Julio Alfredo Egea; y el tercer premio para Víctor Rodríguez Jiménez, con Apuntes para las manos. El jurado lo integraban: como presidente, José Rodríguez de la Rosa (titular de la Comisión de Cultura del Cabildo), Agustín Millares Carlo, Joaquín Artiles Santana, Alfonso Armas Ayala, Joaquín Blanco Montesdeoca y, actuando de secretario, Tomás Padrón Almeida.
Ese mismo año se convoca el Premio de Erudición Viera y Clavijo (que por primera vez separa su rama de Letras de la de Ciencias), dotado con 100.000 pesetas (cantidad nada desdeñable) para un único premio que será fallado a finales de diciembre y que recaerá en el catedrático de la Universidad de Sevilla, Francisco Morales Padrón, con su trabajo Ordenanzas de la isla de Gran Canaria, transcripción y estudio. Accésit de honor recibirán Sebastián de la Nuez Caballero con su trabajo Introducción al estudio de la Oda al Atlántico de Tomás Morales. Los manuscritos: génesis y estructura, que se propone para su publicación dentro de las Colecciones del Cabildo de Gran Canaria. Un segundo accésit será para Elfidio Alonso Quintero con el trabajo Itinerario poético de don Nicolás Estévanez.
Trágico inicio de año el de 1971, en el que fallece en plena juventud el joven arquitecto, nieto del poeta, Graciliano Morales Artiles, hijo de Graciliano Morales Ramos y Mercedes Artiles Cabrera. En abril, Claudio de la Torre, escritor que faltó al anterior homenaje por estar asentado en Madrid, es el encargado de hacer el pregón de las fiestas de San Pedro Mártir. A lo largo del año cerrará su magnífica trayectoria literaria con la publicación en Revista de Occidente de la novela Verano de Juan el Chino. A él se deben las palabras que colocan la edición de Poemas de la Gloria, del Amor y de Mar de 1908 como el texto que hizo despertar a la modernidad las letras canarias:
Se debió acaso al primer libro de versos de Tomás Morales, los Poemas de la gloria, del amor y del mar, publicado en 1908, casi todo el movimiento poético de entonces en las Islas Canarias, avivado por la presencia del poeta en una ciudad, Las Palmas. Desde aquel año distante y tranquilo hasta los más turbulentos de la guerra europea, la llama prendió tan rápidamente que llegó a formar incluso una visible hoguera.
Hacia la creación de la Casa Museo Tomás Morales en la década de 1970
En mayo se da noticia de la visita de los técnicos del Cabildo de Gran Canaria a la villa de Moya con el objeto de examinar la casa natal de Tomás Morales para proceder a su restauración en breve plazo. Más adelante, en pleno agosto, el Cabildo de Gran Canaria habilita 200.000 ptas. para indemnizar a Joaquín Peña Romero, por la extinción del derecho de arrendamiento del local de farmacia en la Casa-Museo Tomás Morales. Haremos ahora un pequeño recorrido por los avatares padecidos por la Casa-Museo hasta su inauguración.
La restauración se irá haciendo, aunque no tan rápido como se esperaba, y la demora llevará cinco años, hasta que al final se inaugura en 1976. Sin embargo, dentro de los actos a celebrar, se procede a la presentación de la Casa y al descubrimiento de un monumento en su memoria, en la plaza de dicha localidad que resulta ser la escultura de Victorio Macho para consagrar el sepulcro y el recuerdo de Morales, la Pleurante, que se traslada a su villa natal, inicialmente para evitar su deterioro. Se teme por las consecuencias que la climatología cercana al mar pueda afectar a la piedra caliza de Alicante, de la misma forma que afectó a la escultura de Galdós realizada por el mismo artista. Se le da una ubicación en la plaza frente a su casa natal (en el espacio en el que hoy está ubicado el busto de Luis Arencibia y que explica la presencia de esos tres escalones en piedra, que imitan la estructura diseñada por Macho), y con opciones, según Santiago Santana, de colocarla en el jardín interior, lugar en el que hoy finalmente se encuentra una réplica de dicha escultura. El Cabildo de Gran Canaria había encargado la obra a Victorio Macho, quien en carta de mayo de 1923 (según nos informa Manuel Ramírez Muñoz) acepta realizarla por un total de 8.000 pesetas, como homenaje póstumo a su amigo, puesto que, de no ser así e intervenir la parte afectiva, hubiera supuesto un coste de 30.000 pesetas. En mayo de 1925 la estatua estaba terminada y se presenta en la inauguración de la Exposición de artistas ibéricos, en el Palacio de Exposiciones del Retiro de Madrid. En noviembre el Cabildo la dona al Ayuntamiento para la colocación en la parcela del cementerio.
A finales de octubre en el pleno del Cabildo se acuerda ejecutar la rehabilitación de la Casa-Museo Tomás Morales para sacarla del estado ruinoso en que se encuentra y habilitar un salón de actos por valor de 1.000.000 de pesetas. Además, se acuerda el desembolso de 80.000 pta. para el traslado y asentamiento de la estatua funeraria de Victorio Macho y la pavimentación de la plaza donde irá colocada.
Ya metidos en reformas el año siguiente, en 1972, Santiago Santana hará la propuesta de reservar un espacio del edificio para biblioteca, pero una biblioteca muy concreta, dedicada a los poetas canarios. «Que se coloquen todos los que aquí han sido» –dirá en la reseña Orlando Hernández–, con lo que la casa de Tomás «volvería a ser refugio de unidad en la diversidad»[1]Labores en las que llevamos estos últimos años inmersos con la intención de recuperar para la casa natal del poeta el título de «Casa de la Poesía», dotada de una verdadera «poeteca canaria»..
El domingo 19 de noviembre de 1972, en una breve nota de prensa, se anuncia que los trabajos de restauración de la casa se están terminando, con unas curiosas apreciaciones: será un nuevo incentivo turístico, porque «estará dotada de biblioteca y restaurante típico» en el antiguo local.

En julio de 1974 se solicita reanudar los trabajos para terminar la Casa-Museo y así poderse beneficiar de los actos culturales que promueve el Cabildo a través de su comisión cultural. En marzo de 1975 hechas ya las obras de restauración por el Cabildo, se instala la biblioteca pública, mientras continúan las obras finales. En junio de 1976 se anuncia, aún como actividad cultural de la Casa de Colón, una preinauguración con una exposición-homenaje a Saulo Torón con los alumnos del instituto que lleva su nombre en Gáldar, dirigido entonces por Yolanda Arencibia.
En esas fechas Alfonso Armas Ayala explica el contenido que habrá de tener en el futuro dicha casa-museo, pues no solo albergará recuerdos del poeta Tomás Morales, sino que más bien será el cobijo de todos los poetas insulares: La Casa de la Poesía, el mejor homenaje que el Cabildo de Gran Canaria puede rendir a sus hijos ilustres. También se alude a la colocación en el jardín de la casa de una réplica de la escultura funeraria de Victorio Macho, donde hoy se encuentra ubicada.
El 25 de octubre de 1976, como dijimos, se procede a la inauguración oficial de la Casa-Museo Tomás Morales con una exposición bio-bibliográfica y un ciclo de conferencias. La inauguración iba a realizarse con una charla de Agustín Millares Carlo, pero finalmente sería impartida por Alberto Darias Príncipe, «Arquitectura de la renovación urbana en Canarias 1880-1931»; el 26 Lázaro Santana pronuncia la conferencia sobre «La poesía de Alonso Quesada»; el día 27, Joaquín Blanco Montesdeoca, «Fernando González y sus caminos»; el 28, Pedro Almeida, «Néstor de la Torre»; el 2 de noviembre Sebastián de la Nuez, «Saulo Torón desde las Canciones de la orilla»; y finaliza el 3 de noviembre Eugenio Padorno con sus palabras sobre «La poesía de Tomás Morales».
En la inauguración se dice –y nosotros compartimos tal afirmación–, que la Casa-Museo Tomás Morales se constituye como uno de los más grandes y entrañables aciertos de la política cultural del Cabildo de Gran Canaria.

Después de este recorrido por el tiempo de la remodelación de la Casa-Museo volvemos al mes de mayo de 1971, pues el día 8 se produce el fallecimiento de Luis Doreste Silva, que había sido homenajeado unos meses antes en compañía de los poetas decanos. Médico y escritor, como Tomás, había cedido la posible edición de su obra Las Moradas de Amor, en favor de Alonso Quesada, que de ese modo pudo ver publicado su Lino de los sueños. En 1901 había publicado Primeras estrofas con prólogo de Salvador Rueda.
Unos días después fallece, el día 12 de mayo de 1971, José Rodríguez Iglesias, uno de los fundadores en 1904 de la Sociedad Los Doce que llevó a escena la única obra teatral que se conoce de Tomás Morales, La Cena de Betania, estrenada en el Teatro Pérez Galdós, en 1910.
El 27 de junio de ese año, a la edad de 86 años, fallece en La Habana de José Hurtado de Mendoza, que había nacido el año siguiente al de Tomás, en marzo de 1885. Pepe Hurtado, el gran caricaturista de la generación, participó activamente en las dos ediciones de Las Rosas de Hércules, con el diseño de las guardas (que son diferentes en cada edición), la viñeta del barco de la contracubierta del Tomo I, con tarjetas al Banquete-Homenaje a Tomás, con caricaturas del poeta, solo y acompañado, con el retrato posiblemente póstumo, que hoy se conserva en la Casa-Museo como depósito del Ayuntamiento de Las Palmas. Hurtado de Mendoza fue indudablemente un miembro destacado de ese gran movimiento que se dio en la isla.Este mismo mes de junio, y también en La Habana, fallecía Francisco Izquierdo, autor representativo del movimiento insular que había nacido en La Laguna en 1896 había publicado su primer libro en 1915, Alta plática (el mismo año que aparece el Lino de los sueños de Quesada) con una suerte de crítica no muy favorable. Al año siguiente de la publicación se trasladará a Cuba donde fijará su residencia y diez años después publica Medallas (1925), en el que aparecen sus sonetos al puerto y al mar con claras vinculaciones a la poesía de Morales.
Actos del 50 aniversario. Homenajes del Cabildo y los municipios de Moya, Las Palmas de Gran Canaria, Agaete y Gáldar
Para festejar la conmemoración del cincuentenario de la muerte de Tomás Morales (agosto 1921-1971) se realiza una programación de actos conjunta de las tres corporaciones que «se han hermanado para para organizar destacados actos» (en palabras de la época), Cabildo de Gran Canaria, Ayuntamiento de la Villa de Moya y Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria:
10 de agosto a las 19:30 horas: Inauguración de la exposición en la Casa de Colón de recuerdos personales del poeta y charla del hijo Manuel Morales Ramos.
15 de agosto, a las 11:30 horas, en la Plaza Tomás Morales. Ofrenda Floral ante el busto del poeta (Homenaje del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Jesús Pérez Alonso, alcalde)
15 de agosto, a las 13:00, Ofrecimiento del Alcalde de Moya, Victoriano Herrera Rodríguez, en la plaza de Tomás Morales de su villa natal (Homenaje del Cabildo de Gran Canaria, presidente Juan Pulido Castro y del Ayuntamiento de Moya).
Entre otras acciones el Cabildo propone la edición de 500 ejemplares de la obra Oda al Atlántico, por valor de 50.000 pesetas y la adquisición de 250 ejemplares de Vacaciones sentimentales, editado por El Ayuntamiento de la Villa de Moya. Y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria edita otros 500 ejemplares de Poemas de la ciudad. Ediciones realizadas en la Imprenta Lezcano con la misma presentación en formato de 31,5 cm. de alto por 24 cm. de ancho y con tapa dura en blanco.
Ante estas ediciones se levanta alguna voz, en las páginas de “Cartel” del Diario de Las Palmas, que celebra la actuación editorial pero que deja constancia de lo limitado de la edición y la necesidad de realizar una edición popular que llegue a los hogares canarios, y se apunta también hasta qué punto es lícito desmembrar una obra a la que el autor quiso dar profunda cohesión.
Los libros, cuidadosamente editados, acaban publicándose en noviembre, y son «dignas piezas coleccionables» realizadas «con materiales de primera calidad». Quizás la explicación de por qué se optó por este tipo de publicación fragmentaria pueda deberse a que El Museo Canario había realizado ya, en 1956, una edición de lujo de Las Rosas de Hércules, con un tamaño poco habitual de 25,5 cm de alto por 20 cm. de ancho. Y que se constituye como la segunda edición de las dos publicaciones (1919 y 1922) y la primera edición conjunta y corregida en la que se publican con el orden de Libro I y libro II, y el proyecto del tercer libro, sin atender al año de publicación. Se trata de una amplia edición de 2.000 ejemplares de los cuales 1.750 son sin numerar y 250 en papel de hilo verjurado, numerados y con el nombre del suscriptor impreso. Con fotografía del busto de Victorio Macho, impresión de un texto manuscrito y una introducción a la edición, está compuesta con letras capitulares realizadas por Santiago Santana.
Agaete se une a las celebraciones y entre los actos variados que organiza se recurre al artista Borges Linares, que realiza una pequeña escultura inspirada en el poema El Niño Arquero con la intención de ser expuesta en el centro de la Plaza de Tomás Morales de la villa (el primer espacio público que tuvo el nombre del poeta). Después de ser pasada al bronce (en la actualidad en su placa aparece «Rapaz con los ojos vendados… Tomás Morales» –verso con que se inicia su «Balada del Niño Arquero»–), queda expuesta en el Parque Popular de la villa. Esta sería la última escultura realizada por el artista en Canarias antes de su marcha a Argentina. Al tiempo, se proyecta un concierto de los alumnos de Isabel Macario (esposa de Saulo Torón) en la Sociedad-Casino La Luz, y una ofrenda ante el busto de Tomás que preside la Biblioteca, además de una lectura del poema «El Niño Arquero» a cargo de Gonzalo Monasterio. Agaete organizará también un ciclo de conferencias y en septiembre Sebastián de la Nuez ofrecerá en el Casino de La Luz una titulada: «Creación y estructura de Oda al Atlántico».
Gáldar se incorpora a la celebración. En la Casa-Museo Antonio Padrón se realizan varios actos, entre ellos la lectura por parte de Celso Martín de Guzmán de un texto sobre Morales que después será publicado en dos amplias entregas en la prensa: «Introducción a Tomás Morales» (24 y 25 de agosto en El Eco de Canarias).
En octubre, dos meses después de celebrar los actos del cincuentenario y a unos días de celebrar el 87 aniversario de su nacimiento, es derribada la casa que habitara durante su estancia en Agaete. Y en ese mismo instante algunas voces dan cuenta del enorme error que suponía una acción como esa. También en estas fechas se da noticia del regreso a su tierra natal de los restos de Pancho Guerra, fallecido 10 años antes en Madrid.
En el mes siguiente, el 4 de noviembre, se desarrollan los actos para conmemorar el 46 aniversario de la muerte de Alonso Quesada. Solo cuatro años separan el fallecimiento de los dos amigos, ambos muy jóvenes (36 y 38 años respectivamente). Los actos fueron organizados por el instituto de enseñanza de Escaleritas que lleva su nombre, bajo la dirección entonces de Carmen Díaz Sosa, que programa una misa fúnebre, así como una ofrenda floral ante el busto del poeta realizado por Plácido Fleitas, con la presencia del alumnado y profesorado del centro.
Suplementos literarios en la prensa de la época
A lo largo de todo el año 1971 se van publicando en la prensa distintos artículos que pretenden recordar, desde múltiples perspectivas y voces, la figura de Tomás Morales y la importancia de su obra. Se publican, especialmente, varios suplementos en las fechas próximas al centenario. El 12 de agosto, en el Diario de Las Palmas, con el título «Ante el aniversario de Tomás Morales» se recogen los siguientes textos y firmas:
- Óscar Falcón, «Un poeta que murió demasiado joven»
- Joaquín Artiles, «Dos épocas»
- Simón Benítez Padilla, «Mi encuentro”,
- Con poemas de Alonso Quesada, «Siempre» y Saulo Torón, «La última cita», y fotografías de la visita de Salvador Rueda y dedicatoria de Victorio Macho, ante su busto de Tomás Morales.

El viernes, 13 de agosto, también en el Diario de Las Palmas se publica una doble página con artículos de:
- Sebastián de la Nuez, «El apogeo y el final»,
- Óscar Falcón Ceballos, «Dos palabras para el gran ausente», y
- Orlando Hernández, «La necesaria semblanza de Tomás Morales».
La Provincia, aparece un «Homenaje al poeta inmortal», el 15 de agosto con textos de:
- Luis García de Vegueta, «Cincuenta años nos separan ya de su muerte»
- J. Turlín-Iglesias, «Tomás Morales el cantor del sonoro Atlántico»
- Esperanza Verneta, «Los juegos florales de 1910: Morales y Unamuno»
- José Armas Díaz, «Agaete por Tomás Morales» (Reivindicación)
Y se recupera un texto aparecido en Renovación el 12 de marzo de 1920, “Tras el éxito de Las Rosas de Hércules. Agasajo al poeta en la noche del 11 de marzo de 1920”.

El Eco de Canarias, el 15 de agosto publica el especial: “Tomás Morales. Cincuenta años de ausencia”, con los textos siguientes:
- Ervigio Díaz Bertrana, «Las rosas de Hércules»,
- Pio Gómez Nisa y M. Muñoz Castañeda y Juan J. Vega Bordón con un poema titulado, «Epitafio para un poeta», «Días de agosto» y «El encuentro», respectivamente.
- José Rafael Hernández, «Rosas eternas»,
- Antonio Cillero, «El poeta, el pueblo, la verdadera voz»
- Ignacio Quintana Marrero, «En el cincuentenario»
- Entrevista de Pedro González Sosa a Alfonso Armas Ayala
- Manuel Padrón Quevedo, «Mi modesto homenaje»
- Jorge Rodríguez de la Rosa, «Recuerdo de Leonor»
- Manuel Morales Ramos, «Habla el hijo del poeta»
La Estafeta Literaria, de 15 de septiembre de 1971, edita el monográfico “Tomás Morales medio siglo después” en el que, a lo largo de seis páginas, Carlos Murciano hace un análisis extenso de Tomás Morales y su obra, con secciones tituladas: “Morales, ¿machadiano?, “Un épico denuedo”, “Campanas”, “Pereza insular”, “Morales hoy”, y “Final”. Otros varios artículos se van publicando a lo largo del año. Recogemos algunos de los que no han sido mencionados anteriormente: Salvador Luján, «Tomás Morales en Tenerife»; Carlos Murciano, «Memoria de Tomás Morales», (de ABC); Ignacio Quintana Marrero, «La poesía de Tomás Morales la pintura de Néstor»; y Francisco Rodríguez Batllori, «Tomás Morales, antorcha lírica del archipiélago canario», entre otros muchos.
Conclusión
Por aquel entonces había muchas voces –amigos, escritores, poetas, periodistas–, para los que la figura y el recuerdo de Tomás Morales permanecía latente. Se luchaba por esas fechas por poner en marcha el cincuentenario, activar la Casa-Museo del poeta en su villa natal, reeditar los textos, agrupar el mundo poético insular bajo el paraguas del maestro. En aquel entonces se hizo una labor titánica para poner los cimientos de lo que hoy simboliza la actual Casa-Museo y la figura de Morales.
Hoy, transcurridos otros 50 años, la obra de Tomás está presente en las librerías, aparece en los libros de textos, se han preparado ediciones al inglés y al francés, se ha hecho una edición crítica y está presente en la colección Letras Hispánicas de Cátedra, lo que ha dado al escritor la dimensión que se merecía. Se han hecho adaptaciones y antologías para un público infantil y juvenil, y sus textos han dado pie a la composición de canciones de varios autores y en varios estilos. Se ha publicado durante varios años la revista Moralia (primer número de 2002, el último de 2014). El Gobierno de Canarias le dedicó el Día de las Letras Canarias de 2011. Hay que destacar también la realización de la tesis doctoral en 2015 de Belén González Morales, La construcción mítico-imaginaria de Las Rosas de Hércules y su aportación a la poesía canaria, defendida en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Además, se ha consolidado a lo largo de los años del Premio Tomás Morales de Poesía, cuya última convocatoria se va a celebrar este año, coincidiendo con el centenario. Su casa natal, perteneciente al Cabildo de Gran Canaria (que hace tan solo cinco años, en el 2016, celebró su 40º aniversario), ha ido en continuo crecimiento y se ha convertido en un centro que custodia su legado y difunde su obra, además de ser un centro cultural de gran relevancia.
Ahora, entre los nuevos retos (que a la vista de los textos anteriormente citados, ya fueron pensados también en el origen de la creación de la casa), permanece en que se convierta en la Casa de la Poesía canaria y que, bajo el nombre de Tomás Morales, la poesía encuentre un lugar propio desde donde pueda custodiarse y proyectarse, línea que estamos iniciando con la mejor de las intenciones. Otro reto importante es que aquella biblioteca, por la que se luchó desde un primer instante como un espacio indispensable, pase a ser una “Poeteca canaria” en la que se pueda localizar toda la poesía escrita a partir de Morales, y de ser posible, antes de Morales también. Nuevos retos ahora con las nuevas tecnologías, a través de una mayor presencia en las redes, y la creación de una biblioteca digital de la poesía canaria, proyectos que en los que estamos trabajando y que esperamos ver cumplidos en un futuro próximo. Para ello se ha creado la base de datos de poetas (en continua elaboración siempre), y se ha adquirido un volumen importante de bibliografía poética canaria que esperamos poder ir actualizando de forma periódica, con el apoyo de una base iconográfica de nuestros poetas, retratados por los artistas Tato Gonçalves y Carlos A. Schwartz, lo que ha dado lugar a una primera exposición que ya ha itininerado a Tenerife (Universidad de La Laguna). Al tiempo, se está impulsando una base de datos de testimonios orales, con la intención de homenajear la figura de Tomás Morales.
Tomás Morales falleció hace ahora 100 años, y su presencia se ha ido consolidando a lo largo del tiempo, no solo por su propia trayectoria literaria y la robustez y significación de su obra poética, sino por la enorme respuesta que la ciudadanía ha dado para que eso sea así, a través de la labor desarrollada por el Cabildo de Gran Canaria, a lo largo de todo estos años, gracias a la adquisición, reconstrucción y mantenimiento de la actividad cultural en la Casa-Museo Tomás Morales, que ha sido un claro ejemplo de que hay que sembrar para poder recoger. Aquella siembra hecha hace 50 años ha dado como resultado la consolidación de la casa-natal de Tomás Morales como un espacio para el recuerdo y para el constante homenaje al poeta, un espacio para los amigos generacionales, para el modernismo y para la poesía.