La Guerra Civil. Convergencias y divergencias de dos artistas canarios

La participación de artistas gráficos y su producción creativa fue otra forma de contribución a la historia de la Guerra Civil. Los dibujos realizados desde un bando y otro en la prensa de guerra dan testimonio de la catástrofe vivida, aportando así una dimensión estética al fratricidio español.

Germán Jiménez Martel

Universidad Carlos III, Madrid.

La participación de artistas gráficos y su producción creativa fue otra forma de contribución a la historia de la Guerra Civil, que desgarró a España entre 1936–1939. Los dibujos realizados desde un bando y otro en la prensa de guerra dan testimonio de la catástrofe vivida, aportando con ellos una dimensión estética al fratricidio español. Los valores y principios políticos–ideológicos de los beligerantes eran radicalmente opuestos y expresados de forma persistente en sus respectivos medios gráficos. Tal es el caso de los pintores canarios Ismael Ernesto González Mora –Juan Ismael– (Santa Cruz de Tenerife 1907–Las Palmas de Gran Canaria 1981) y José Arencibia Gil (Las Palmas de Gran Canaria 1914–Telde 1968). El primero desde el bando rebelde y el otro del bando republicano. Ambos compartieron experiencias coincidentes y discordantes, tanto personales como estéticas, privativas de la guerra, siendo este el principal objetivo de nuestro estudio. No obstante, para conocer algunos aspectos muy concretos de estos artistas creo oportuno y necesario ampliar el marco histórico referencial a las etapas anterior y posterior del conflicto civil.

1. La Segunda República. Época de entusiasmo y anhelos de cambios

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 pusieron fin a la Restauración borbónica en España. Los partidos republicanos obtuvieron mayor porcentaje de votos en la mayoría de las capitales provinciales, suficiente para frenar a los monárquicos. El triunfo republicano difundió por todo el país el entusiasmo a una población ávida de cambios. Las intenciones y expectativas de reformas que cambiaran la vida del pueblo fueron inmensas en la Segunda República (1931-1939). La política pedagógica republicana intentó impulsar la cultura en sus distintos ámbitos: el arte, la música, el teatro, la danza, el pensamiento, la ciencia y la educación. Es decir, la cultura como herramienta de transformación social y económica, aunque no siempre lograra los objetivos deseados. Las Bellas Artes respondieron con gran rapidez. Los manifiestos de intelectuales y grupos artísticos fueron numerosos con el propósito de la modernización de las artes plásticas (SAI, ADLAN, GATEPAC, Escuela de Vallecas) y Madrid es uno de los destinos preferenciales de los artistas españoles por su significativa importancia en el contexto artístico. Y precisamente será Madrid el primer espacio coincidente en la vida de Juan Ismael y José Arencibia Gil. La finalidad de su estancia era perfeccionar sus capacidades artísticas, si bien ya tenían una cierta base preparatoria, pues la vocación creativa de ambos despertó de jóvenes, mostrando uno y otro el gusto por el dibujo.

Juan Ismael tiene 16 años de edad cuando ingresa en la Escuela de Artes y Oficios de Santa Cruz de Tenerife en 1923. Se matricula en dibujo artístico impartida por Pedro Tarquis Soria, pintor madrileño formado en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. El caso de José Arencibia Gil es algo más precoz. Mostró dotes para el dibujo a los 7 años de edad, aunque hasta no haber cumplido los 10 años –en 1924– se inicia en el dibujo artístico con Eladio Moreno Durán, pintor sevillano preparado igualmente en la Escuela San Fernando. Pedro Tarquis y Eladio Moreno cuentan con una formación académica muy sólida, haciendo del dibujo la esencia de la obra artística, tal como enseñaban en San Fernando. Para estos académicos la técnica del dibujo era un ejercicio preparatorio y un fin en sí mismo. Inculcaron a sus alumnos la fidelidad y las calidades a la expresión, exigiendo la máxima terminación posible. No es extraño que los aleccionaran a proseguir sus estudios en la Escuela de Bellas Artes matritense, la institución artística de mayor trayectoria cultural de España.

En efecto. Juan Ismael y José Arencibia Gil llegan a principios de los años treinta a Madrid. El tinerfeño en marzo de 1932, precedido por un cierto éxito artístico en la isla; mientras que el grancanario lo hizo seis meses antes, a fines de septiembre del 31. Por cierto, y a modo de anécdota si se quiere, por la misma fecha de llegada a Madrid de Juan Ismael se presenta en Telde la primera obra pública de José Arencibia Gil titulada República. Esta alegoría pictórica presidió el salón de actos del Ayuntamiento hasta inicios de la Guerra Civil.

Fig.1. Retrato fotográfico de Juan Ismael con dedicatoria. «A mis queridos [¿amigos?] Isabelita y Pepe [con] todo mi corazón. Juan Ismael junio. 1933». Archivo Fotográfico Elizabeth Friend Sicilia
Fig.1. Retrato fotográfico de Juan Ismael con dedicatoria. «A mis queridos [¿amigos?] Isabelita y Pepe [con] todo mi corazón. Juan Ismael junio. 1933». Archivo Fotográfico Elizabeth Friend Sicilia

La Escuela de Bellas Artes de San Fernando es el primer espacio institucional en el que se presentan: Juan Ismael para progresar en su arte y Arencibia Gil como estudiante. Tenían 25 y 18 años de edad respectivamente. La enseñanza académica se prolongaba con una gran actividad cultural. El Museo del Prado era de obligada asistencia para la ejecución de estudios preparatorios, además del conocimiento de los artistas clásicos y sus obras. En particular El Greco, por el que los canarios sienten una gran admiración. Les atrae su modernidad y cromatismo luminoso como un elemento expresivo de la obra pictórica. El Ateneo Científico, Literario y Artístico, la Docta Casa como también era conocida, fue otra de las grandes instituciones culturales del momento y foro de reunión de eruditos. El ensayista tinerfeño Francisco Aguilar y Paz recuerda al estudiante grancanario: «José Arencibia era socio del Ateneo madrileño y acudía allí, como tantos otros intelectuales, a una tertulia que llamaban La Cacharrería». Cierto. Arencibia Gil fue socio desde el 1 de agosto de 1934 al 6 de junio de 1935. Esta tertulia contó con intelectuales de la talla de Miguel de Unamuno, Ramón del Valle Inclán, Ricardo Baroja o Ramón Méndez Pidal. A propósito, Francisco Aguilar y Paz era amigo de Juan Ismael desde el tiempo de la revista Cartones, además de uno los fundadores de Gaceta de Arte. Se puede afirmar que es la primera personalidad relacionada con nuestros artistas, aunque de forma ocasional con Arencibia Gil.

El Ateneo proyectará la trayectoria artística de Juan Ismael en la Península. El 27 de mayo de 1933 presenta una exposición compuesta por 18 cuadros y cuatro dibujos de temática paisajística tinerfeña. Se consideró uno de los grandes eventos de la temporada, siendo todo un éxito de público y de crítica. Por ello la muestra se prolongó hasta el 10 de junio con notables elogios de la prensa madrileña y canaria de ambas provincias. El culmen del certamen fue la visita del intelectual y crítico de arte Eugenio d’Ors, afirmando que la exposición estaba «[…]bien orientada, rica en valores y asistida por una pureza de espíritu plástico que maravilla casi en un artista que se ha formado solo, lejano al ambiente de los grandes centros metropolitanos».

¿Estaría José Arencibia Gil entre el público asistente? No cabe la menor duda. La afluencia de la colonia canaria fue muy considerable.

Las preferencias artísticas de Juan Ismael y José Arencibia Gil se inclinan en esos momentos por Ignacio Zuloaga y Eduardo Chicharro. Este último profesor de Colorido y Composición en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Chicharro destacaba por su gran facilidad en el dibujo y la utilización del color. Nuestros pintores afirmaron su admiración y notable influencia en relación al cromatismo, resaltando ambos la buena relación personal con el profesor. Más aún, Juan Ismael se considera su discípulo. Aquí nos surge otra cuestión. ¿Coincidieron ambos con Eduardo Chicharro en la misma aula?

Y entre los artistas clásicos El Greco. A lo largo de los años treinta nuestros protagonistas se consolidan en sus respectivas realidades. El prestigio artístico de Juan Ismael asciende de forma continua y encuentra en la vanguardia surrealista su espacio de expresión creativa. La estética surrealista le proporciona sus mayores éxitos, siendo premiado en la sección de Socios de Mérito del XIII Salón de Otoño de 1933. Tampoco pasa desapercibido en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1934, e incluso, el grupo catalán Amigos de las Artes Nuevas (ADLAN) le organiza una muestra individual en el Centro de Exposición e Información Permanente de la Construcción de Madrid (1935). La relación con ADLAN se consolida en la Exposición Logicofobista de Barcelona y la de Arte Contemporáneo de Tenerife, las dos en 1936. Al mismo tiempo José Arencibia Gil va fraguándose como artista. Ello se desprende de la lectura de su expediente académico y los óptimos resultados. La calidad de la formación artística la acredita el profesorado compuesto por reputados artistas: Manuel M.ª Magallón, Manuel Menéndez, Julio Vicent, Andrés Crespí, Aurelio Arteta, Rafael Láinez Alcalá, Ramón Zaragoza, Manuel Martínez Chumillas, Ramón Stolz y Víctor Massieu; además de Manuel Benedito, Daniel Vázquez Díaz y el citado Eduardo Chicharro. La enseñanza en las aulas se completaba con viajes y excursiones a lugares por sus valores artístico o paisajístico. Lo hacía con la Asociación de Alumnos de Bellas Artes bajo la dirección de su profesor y poeta Láinez–Alcalá.

La actividad artística y cultural era intensa, al igual que la vida política en Madrid. La modernización del país es el proyecto republicano izquierdista, aunque enfrente contará con una oposición conservadora bajo una fuerte influencia de la Iglesia católica. Las elecciones generales del 16 de febrero de 1936 y sus ajustados resultados favorables al bloque frentepopulista generan una violenta tensión en las calles. Las posturas ideológicas se radicalizan. Las refriegas entre los extremistas de izquierdas revolucionarios (comunistas, socialistas y anarquistas) y los de derechas antiliberales (falangistas) siembran el miedo en la sociedad. Estas turbulencias ideológicas no son ajenas a nuestros protagonistas. Juan Ismael tiene valoraciones muy despectivas de la política insular: «La política en Canarias es un asco[…]». Entre sus amistades cuenta con intelectuales socialistas, el poeta Pedro García Cabrera, y falangistas como Eutropio Rodríguez Benítez y Jesús Nieto Pena, amigo del poeta Francisco de Fientosa, con el que compartió una gran amistad. Próxima la Guerra Civil, el poeta Fientosa lo invita a pasar sus vacaciones de verano en su casa de Castro de Rey (Lugo). Al tiempo, Rodríguez Benítez, está en Madrid recabando apoyos para la causa golpista preparada para el mes de julio. Evidentemente, Eutropio Rodríguez le pide a Juan Ismael su colaboración total en la trama y con las nuevas autoridades surgidas del Golpe militar. Juan Ismael aceptará y decide irse a Lugo, si bien pudo elegir volver a la seguridad del terruño. En Tenerife contaba con alguna familia (los primos Sicilia Martín), buenas amistades, supuestamente, y un prestigio artístico entre la culta sociedad insular. Con todo, no lo hace. Por tanto, se puede afirmar que nada le ata a su isla natal, solo el recuerdo. Ya en Lugo se une a FE–JONS el 15 de junio de 1936 y, cuatro meses después, a su organización sindical estudiantil, el Sindicato Español Universitario (SEU). El partido y el sindicato de carácter fascista están ilegalizados desde marzo de 1936. Las semanas previas al golpe militar hace vida normal entre las gentes de Castro de Rey, mientras recaba información siguiendo las instrucciones de los responsables de la conjura golpista.

Todo lo contrario sucede con José Arencibia Gil. En lo ideológico, su profesor y amigo Rafael Laínez–Alcalá recordaba:

Era muy liberal y muy abierto en cuestiones políticas y sociales. Demasiado avanzado en sus ideas para la generalidad del ambiente de aquel tiempo. Tenía una gran preocupación por la justicia social y por los problemas del mundo del Trabajo. [Hoja del Lunes, 21-06-1971, p.13]

Desde febrero de 1936 estaba afiliado a las JSU (Juventudes Socialistas Unificadas) y en la FUE (Federación Universitaria Escolar), organización que consiguió logros relativos a la participación democrática de los estudiantes en la Universidad. Después de 1933, tras el surgimiento del SEU, abandona su carácter apolítico y neutral para luchar contra el fascismo implicándose en los valores de la Segunda República. El convulsivo ambiente madrileño inquietaba mucho a José Arencibia Gil. Tras finalizar sus estudios quiere regresar a casa cuanto antes. Con insistencia solicita al padre que le envíe el dinero para el viaje, que llegará algunos días después. Pronto compra los billetes y deposita el equipaje en la Estación de Atocha, aunque la noticia de la sublevación militar ya recorre por toda España. José Arencibia Gil quedará en Madrid.

Las circunstancias del momento no se eligen, pero sí la manera de afrontarlas, más allá de las simpatías ideológicas individuales. Mientras Juan Ismael decide lugar y bando, libremente, la situación personal de Arencibia Gil define su sitio a posteriori. Aceptada la realidad, cada uno toma sus propias decisiones y, por ende, garantes de sus acciones.  

Fig. 2. José Arencibia Gil en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.1932–1933. (Archivo Fotográfico Familia Arencibia Gil).
Fig. 2. José Arencibia Gil en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.1932–1933. (Archivo Fotográfico Familia Arencibia Gil).

2. La Guerra Civil y las lealtades geográficas

La insurrección contra la legalidad de la Segunda República comienza con la rebelión militar en Melilla el 17 de julio de 1936. Al día siguiente, en Canarias y en el resto del Protectorado de Marruecos. La situación en la Península es confusa. El Gobierno afirma que todo está bajo control, la verdad es que la República pierde en dos días la tercera parte de España. El orden constitucional quiebra en la zona republicana y las milicias izquierdistas detienen sin garantía legal a miles de personas por su origen burgués, creencias religiosas o ideología conservadora. Otro tanto ocurre en el territorio sometido por los rebeldes. Las listas de detenciones las obtienen de las sedes de los sindicatos, los partidos políticos de izquierdas y las logias masónicas. Miles de españoles son asesinados en las tapias de los cementerios y en los bordes de los caminos. Comenzaba la fiesta de los asesinos.

Las lealtades geográficas se imponen de forma general y por partes iguales en los bandos enfrentados. En la zona rebelde, FE–JONS actúa como fuerza de choque desde el primer momento en la retaguardia. La rebelión en Lugo es el 20 de julio. El poder de los rebeldes se consolida cuatro días después y Juan Ismael cumple con las órdenes de colaboración total con las nuevas autoridades. La primera actuación es la detención de los responsables políticos izquierdistas, al igual que en todo pueblo y ciudad de España. Juan Ismael es nombrado delegado de Falange en Castro de Rey, donde el único asesinado fue el alcalde, Severino Rivas Barja. El tinerfeño participa en las funciones internas del partido falangista desde la seguridad de la retaguardia. Realizará actividades para mejorar la marcha de los rebeldes, por ejemplo, organizando una amplia lista de donantes de productos con destino al frente de guerra durante el mes de septiembre. También se afilia al resurgido SEU, en octubre. Juan Ismael permanece en Castro del Rey hasta enero de 1937, cuando es destinado a Salamanca. ¿Realizó alguna actuación creativa durante esos meses? Estamos a la espera de confirmación.

Mientras, José Arencibia Gil se inscribe en la lista de milicianos como profesor de dibujo en el sindicato FETE–UGT de Madrid (Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza–Unión General de Trabajadores) por mediación de Juan Vega Yedra, amigo y paisano teldense. Con la milicia fetista entra en acción el 20 de julio de 1936, asaltando el cuartel de la Montaña y combatiendo a la resistencia rebelde en Madrid y Somosierra. Arencibia Gil, está a inicios de agosto en la Columna Mangada luchando en Navalperal de Pinares (Ávila). Se le nombra cabo–tirador de ametralladora y luego sargento. Tras constituirse el Ejército Popular de la República, dicha Columna transmuta a la 32 Brigada Mixta a fines de año, siendo Arencibia Gil sargento de información en una Sección de Cartografía del Estado Mayor del Escorial. También dibuja y escribe en el boletín de guerra Avance creado el 13 de agosto. Es el primer boletín de esta índole en el bando republicano, que se edita, a partir de octubre, desde un camión, siguiendo el frente de guerra; y en diciembre, José Arencibia, ya forma parte del equipo de redacción.

Durante los primeros meses de la Guerra Civil, nuestros artistas están en situaciones antagónicas. Juan Ismael, en la seguridad de la retaguardia y sin actividad artística oficial. Arencibia Gil, a la vanguardia de la lucha y con presencia pública en lo artístico.

La eclesiástica Salamanca recibe a Juan Ismael, que es agente de vanguardia en el Servicio Artístico de Vanguardia creado en enero de 1937, bajo las órdenes del pintor y ceramista Jacinto Alcántara Gómez. Este organismo actuaba en las poblaciones ocupadas cuyo objetivo era el salvamento de edificios, recogida y custodia de las obras de valor histórico o artístico y su protección. Juan Ismael recaba datos e informes para redactar los inventarios de bienes y probablemente realiza esta actividad en Toledo, máxime tras la intensa actividad propagandística en torno al Alcázar, tras el asedio republicano. Juan Ismael está en Salamanca hasta agosto. Vive así el proceso de Unificación de los partidos Unión Tradicionalista y FE–JONS impuesto por el general Franco, desatando fuertes tensiones en Falange entre los que apoyan la decisión del dictador y los doctrinarios joseantonianos. Juan Ismael está con estos últimos, y en especial a Francisco González de Canales, que fue detenido por alzar las milicias sevillanas contra el decreto franquista. Tras ser liberado, parte aprisa con Juan Ismael a Santander, en agosto del 37, y fundan el periódico Alerta, supeditado al Servicio de la Delegación de Prensa y Propaganda de Falange Española. Juan Ismael dibuja y escribe artículos que no firma, tal como sí hace con las ilustraciones. El tinerfeño es un hombre del Movimiento y lo expresa en su correo particular de esas fechas. «[…]En estos momentos de guerra hay que hacer de lo que más importe a la Patria; en lo que se necesite[…]». También lo ratifica su contribución en el número extraordinario de la revista Y (n.º 6-7, julio–agosto 1938), órgano de la Sección Femenina de Falange Española. ¿Reconocen así su incondicional adhesión política? Ciertamente. Juan Ismael deja Salamanca en septiembre de 1938 y marcha a Bilbao para refundar con González Canales la revista Haz, de la Jefatura Nacional del SEU y anexa al Servicio de Delegación de Prensa. La revista congrega a los jóvenes falangistas molestos con la política de Franco. Al frente, Enrique de Sotomayor Gippini, el más idealista y radical. Juan Ismael está en la redacción y administración haciendo dibujos y fotomontajes.

Entretanto, José Arencibia Gil escala en sus competencias militares. En agosto de 1937 es teniente de milicias como Jefe de Información en la 70 División del XVIII del Estado Mayor, recopilando información de los soldados fugitivos y prisioneros, además de acciones de contraespionaje. «No vamos a permitir como eficaz medida contra el espionaje, que todo lo que escribamos a nuestros familiares o amigos sean asuntos completamente al margen de la lucha […]». (Avance n.º 239, 15-07-1934, p. 4).

Arencibia Gil combate en Brunete, Belchite y Azaila, ascendiendo a capitán a fines del 37. Después lucha en las operaciones de Teruel, la batalla de Aragón y el frente de Levante, desde febrero hasta junio de 1938. La 32 Brigada acaba deshecha y la retiran del frente. A inicios de diciembre la envían al frente de Extremadura. Por otro lado, es un fervoroso agente de propaganda como muestra la amplia producción gráfica y literaria. Los dibujos y artículos durante estos años recogen las impresiones de la guerra. Los rubrica con su nombre completo o apellidos y, a veces, sus iniciales. Expresan interés por una amplia temática, e incluso, por el patrimonio histórico: «Tenemos la suerte de que toda nuestra España es un país eminentemente rico y vario en obras y monumentos artísticos e históricos de un valor indiscutible, […]».

Y añade:

Una iglesia, pongo por caso, no solamente sirve para dar misa, puede servir para muchas cosas que reporten un beneficio general a la colectividad. Un cuadro, una pintura, aunque represente un mito religioso que nada nos interese, puede en cambio tener para un técnico un valor, no por lo que exprese, pero sí por su construcción, que nosotros a lo mejor ignoramos. (Avance n.º 128, 21-02-1937, p.1)

Este artículo aparece en plena persecución religiosa denunciadas por Manuel de Irujo, ministro sin cartera, en su «Memorándum» del 9 de enero de 1937.

El año 1939 se vislumbra el final de la Guerra Civil. Juan Ismael continúa en Bilbao trabajando en la revista del SEU y varios de sus dibujos salen en el semanario fascista italiano L´Apello. Pintó algún que otro cuadro como el retrato propiedad de la familia vasca Urgoiti, propietaria de La Papelera Española S.A. Juan Ismael llega a Madrid al poco de terminar la Guerra Civil el 1 abril de 1939. El primer número de Haz lo publican por el aniversario del alzamiento y el tinerfeño diseña la portada 18 de Julio arriba España. Juan Ismael está entre los vencedores y en una situación privilegiada. Al fin y al cabo, su labor a favor de los rebeldes destaca desde el Alzamiento con una amplia obra propagandista en Alerta y Haz. Si bien continúa en la revista del SEU busca otras expectativas. Entre 1941–1944 trabaja en la Escuela de Cerámica de Madrid con Jacinto Alcántara Gómez y creando figurines como escenógrafo en el TEU (Teatro Español Universitario). En cambio, durante 1939 José Arencibia Gil se encuentra en la antítesis del tinerfeño. Lucha a muerte con la unidad militar Agrupación Toral en la zona de Cabeza del Buey (Badajoz). Después de retirarse a Almadén van a Madrid, combatiendo a los golpistas del coronel Casado, a inicios de marzo. Vencida la República, marcha con su amigo Jacinto Agustín Corell a Valencia para huir a Francia. El 16 de abril son detenidos e interrogados brutalmente en la Sección de Interrogatorios y enviados al Campo de concentración de Porta Coeli. A mediados de mayo, los llevan a la cárcel Modelo de Valencia y clasificado «desafecto leve». La verdad real y oficial sigue oculta. Gracias a las gestiones del padre, venido a Valencia al tener noticias suyas, los excarcelan el 27 de julio y son confinados en la casa de la familia Agustín Corell. En lo artístico hace un onírico cuadro de la cumbre grancanaria, pequeños dibujos, un manuscrito acuarelado de la historia de Canarias y un poemario. La reclusión concluye el 24 abril de 1941. La Audiencia de Guerra le autoriza desplazarse a Gran Canaria. Se hace realidad el ansiado regreso desde aquel mes de julio de 1936.

A las fatalidades del grancanario se contrapone los éxitos del tinerfeño ya que progresa en sus labores profesionales: confeccionador–tipógrafo de la Revista de las Ciencias y de la Técnica Alfa y de maestro artesano auxiliar interino del Taller de ornamentación popular española en la Escuela de Cerámica. En lo artístico, Juan Ismael participa en la Exposición de Artistas Tinerfeños de 1942. No cabe la menor duda que sus intereses personales y profesionales están en Madrid. Sin embargo, a principios de noviembre de 1943 es denunciado ante el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (TERMC) por pertenencia a la masonería en la Logia Andamana, de Las Palmas, y de visitador en la Logia Azaña, de Santa Cruz de Tenerife. Si bien está en disposición de obtener valiosos avales, solamente presenta informes oficiales–administrativos. Transcurridos cuatro meses el Tribunal Especial lo condena «a doce años y un día de reclusión menor e inhabilitación para empleo en la Administración pública». Juan Ismael solicita el indulto al Consejo de Ministros y, mientras espera, es destituido de todos sus empleos. Su mundo se derrumba igual que su situación económica. Suplica al Tribunal Especial trasladarse a Santa Cruz de Tenerife. El 15 de julio de 1944 se lo conceden. El regreso es amargo, le llena de inquietud, pues ha perdido todo lo ganado desde aquel mes julio de 1936.

Fig. 3. Expediente de Juan Ismael González Mora.
Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y del Comunismo. Sumario 591–43.
Centro Documental de la Memoria Histórica. Salamanca.

3. Dibujos de guerra. Entre la ideología y el realismo

El arte gráfico desarrollado por Juan Ismael y Arencibia Gil confluye en sus tareas artísticas–propagandísticas durante el bienio 1937–1938. En general, la tendencia creativa entrambos es el realismo bélico mediante un lenguaje muy comprometido. Ellos adaptan sus fundamentos creativos a las exigencias políticas–ideológicas y al exaltamiento patrio de sus respectivos bandos. Las ilustraciones son de gran sencillez expresiva cuyo objetivo es la rápida comprensión del mensaje mediante una enorme carga simbólica. Juan Ismael despliega su creatividad desde la ideología política falangista y refleja de forma fiel la doctrina nacional–católica con sus principales apoyos: el Ejército, la Iglesia y FET–JONS. El realismo bélico de sus ilustraciones es muy atemperado. La desolación y los rasgos cruentos de la guerra están ausentes de sus dibujos. El tinerfeño indaga en lo simbólico y alegórico añadiendo un cierto valor espiritual y de superioridad intelectual y moral de la causa rebelde. En sus creaciones no tiene presencia el enemigo marxista. Por el contrario, la estética sovietizante del realismo socialista de Arencibia Gil hace hincapié en la lucha contra el fascismo. Sus dibujos recogen la autenticidad bélica con su carga real de dramatismo: trincheras, explosiones, víctimas, odio, rabia, etc. Combina la expresión del heroísmo del soldado y el estudio de la panoplia armamentística. Identifica a los traidores con una reducida casta militar y una oligarquía financiera, terrateniente y de negocios servil a la Iglesia. Contra ellos, la exaltación del pueblo patriótico reflejado en el campesinado y el proletariado.

4. El regreso. Deseo vs desvelo

José Arencibia Gil llega a Telde el 13 de abril de 1941. Ya estaba en casa, junto al cariño de la familia, el amor de su juventud –Rosa Betancor Santana– y el afecto de los amigos. Todo lo relativo a la guerra lo oculta. El regreso supone el sosiego necesario para afrontar un incierto futuro. Si bien estuvo expuesto a rumores, en su entorno social hubo un respetuoso silencio por la estima a sus padres y los vínculos con las nuevas instituciones: el padre, delegado de Justicia y Derecho de la JONS y juez municipal; los hermanos Tomás y Lucas, soldados nacionales y falangista de la vieja guardia. En estos años, José vive con discreción, pues el miedo está presente. Colabora con el Ayuntamiento de Telde haciendo encargos y procediendo como asesor artístico de dicha institución y del Frente de Juventudes local. Los trabajos municipales eran escasamente pagados y solo recibe los importes de los materiales empleados. Además, coopera con la influyente Iglesia y sus parroquias principales de San Gregorio Taumaturgo y San Juan Bautista, para no significarse. Su presencia pública como artista es escasa haciéndose eco de las cuatro obras pintadas al fresco en el casino La Unión de Telde (1941), o las siete acuarelas y objetos diseñados para la Exposición de las Islas Canarias en Madrid (1942). No obstante, su situación de «desafecto» no le impide participar en la primera Exposición Provincial de Bellas Artes y Artesanía de 1943 aspirando a uno de sus premios. José Arencibia Gil presenta Alegrías canarias, un amplio retrato colectivo que generó críticas discordes en la prensa. Sin embargo, su labor más relevante que le supuso una significativa notoriedad fue la participación en la ejecución del anteproyecto del ala norte del Mercado Municipal de Telde, obra del arquitecto José Enrique Marrero Regalado en febrero de 1944.

En julio del mismo año, Juan Ismael llega a Santa Cruz de Tenerife. Se siente desarraigado tras quince años de ausencia con algunas visitas esporádicas. La inquietud por el futuro le embarga una preocupante sensación de incertidumbre. Sin contacto con familiares intenta retomar las amistades e iniciar un nuevo rumbo a su vida. Sin embargo, Juan Ismael está en una situación ambigua que no le gusta. Por un lado, los afectos al franquismo lo aceptan, pero con una distancia prudencial, recordemos que fue señalado y condenado por masón y, por lo tanto, susceptible de crearles problemas. Para los reacios al Régimen, pocos y llamados después izquierdistas, pero que no renuncian a vivir en la dictadura y con los medios que les facilitaba su proyección como artistas o intelectuales; lo rechazan por su falangismo. Su figura incita comentarios, aunque el afecto de los amigos le lleva a guardar silencio de su pasado guerracivilista y posguerra, e incluso, lo ocultan y justifican. La atmósfera social santacrucera sería muy asfixiante para el artista, máxime cuando solo desea volver Madrid. Falto de una estabilidad económica además de emocional, vive bajo el techo del amigo Pedro Pinto de la Rosa, con el que funda la revista literaria Mensaje. Juan Ismael se sabe una figura revulsiva en las actividades literarias y artísticas de Canarias. No pierde oportunidad en mostrar sus pinturas en exposiciones individuales o colectivas, y de lograr alguna venta que ayude su parca economía. El Círculo de Bellas organiza su primera muestra individual en abril–mayo de 1945. A fines del mismo año y lugar exhibe dos pinturas en la Exposición Colectiva de Artistas Tinerfeños que son muy elogiadas en la prensa. En marzo de 1946, marcha a Las Palmas de Gran Canaria para una muestra individual en el Gabinete Literario durante la primera quincena de abril. La exposición logra un gran éxito de crítica y un cierto éxito de ventas que le animan a estar en la Exposición Regional de Bellas Artes.

Estas exposiciones conocidas como Bienal de Bellas Artes, con carácter Regional, eran Colectivas organizadas desde el Gabinete Literario. La Guerra Civil provocó la desunión entre los artistas e intelectuales y en la posguerra hay una cierta atonía cultural. El incentivo de los premios estimulaba a los artistas suponiendo un capital importante para aquellos tiempos. En la Bienal de 1946 nuestros artistas confluyen por primera vez coincidiendo en el mismo espacio expositivo. Juan Ismael presenta El viejo violinista y dice la prensa:

[…] con la mano izquierda demasiado pegada al papel de la música y quizá interpretando la desarmonía que observamos en este joven artista de producción tan varia. Si Ismael limpiara un poco su paleta nos hace pronosticar que por el hecho de no amanerarse y si evolucionar, será uno de los buenos pintores canarios el día que pinte más decididamente del natural y no se abandone por completo a la improvisación. [José M.ª de Riquer Palau, La Provincia, 07-05-1946, p.3]

Y del mismo redactor: «Asimismo José Arencibia Gil, (que no sé cómo conseguirá pintar con negro), nos brinda la tétrica oscuridad de un atardecer y las lúgubres ʻFaldas de Bandamaʼ, de cuyas obras lo mejor es el celaje».

La posibilidad de coincidencia de nuestros protagonistas en la Academia de Bellas Artes y el Ateneo sería muy plausible, fuera en alguna aula o sala tertuliana, mediando, como mínimo, los saludos de cortesía. Si lo creemos cierto, el reencuentro en la bienal estaría dominado por un incómodo silencio más allá de las correctas salutaciones. No era época de impresiones y preguntas personales en un ambiente de miedo y suspicacia, máxime bajo la mirada de los demás, cuyas opiniones se deslizan en forma de rumores y confidencias en voz baja, apenas un susurro.

La Guerra Civil deparó a nuestros artistas destinos opuestos y al final del conflicto otro tanto parecido. Juan Ismael, de «vencedor» y beneficiado por la dictadura con un futuro profesional prometedor en Madrid, condenado por el mismo Régimen que ayudó desde el Alzamiento. Relegado al ostracismo en Santa Cruz de Tenerife se siente distante del lugar, sin familia alguna y la falta de un respaldo sincero. Carente del pilar emocional y recursos económicos se refugia en unas más que vacilantes amistades para salir adelante. Juan Ismael albergaría emociones muy pesimistas con respecto a su futuro. En cambio, el «vencido» o el «rojo» Arencibia Gil está en Telde, en la que se siente arraigado, junto al cariño familiar y el amor de juventud, Rosa Betancor, con la que contrae matrimonio en agosto de 1945. En lo personal, la vida le ofrece un hogar con la mujer amada y su primer hijo, Luis. Goza de notoriedad social y artística; en lo profesional valorado como dibujante y diseñador mobiliario en la Carpintería Talavera.

Estos dos artistas son hombres señalados por el sino de la contrariedad.

Al clausurarse la Bienal de Bellas Artes, Juan Ismael regresa a Santa Cruz de Tenerife y participa en todas las colectivas artísticas, pues eran su medio económico, más allá del apoyo de los amigos. En lo personal, está abatido, expresándolo en varias cartas dirigidas al poeta Andrés Piedra Bueno. Le afirma incluso que quiere irse a Estados Unidos. Sin embargo, se queda ya que está a la espera de la apelación del Consejo de Ministros relativa a la condena del TERMC. La resolución llega tras su intervención en PIC (Pintores Independientes de Canarias), en mayo de 1947, y la pública protesta contra la estética regionalista académica y en defensa de un arte moderno ya impulsado por Eugenio d´Ors desde su Academia Breve de Crítica de Arte (1941) y Salón de los Once (1942). Esa modernización artística exigía un nexo entre la vanguardia de la preguerra y la posguerra. Y Juan Ismael es la figura perfecta a pesar de su vulnerable situación jurídica. Tras reubicarse en Gran Canaria, y pasado un año de PIC, se le conmuta la pena impuesta «por inhabilitación para cargos políticos y sindicales». De forma inmediata marcha a Madrid para recuperar su plaza en la Escuela de Cerámica que finalmente no obtiene. Juan Ismael vuelve muy frustrado. Sus amigos le plantean la dirección de la Galería Wiott en mayo de 1949, constando su presencia hasta marzo de 1950, cuando se suma en una gran depresión refugiándose en el alcohol. Si agitados fueron estos últimos años en la vida de Juan Ismael, no le fue menos a José Arencibia Gil; con una aceptable vida y bien considerado social y artísticamente, Arencibia decide marchar a Venezuela. Esta prisa se debe a la apertura de nuevas investigaciones acerca de sus actividades políticas–militares durante la Guerra Civil. El 6 de noviembre de 1948 huye clandestinamente en una balandra haciendo un viaje lleno de reveses. Tras llegar a San Luis de Maranhao (Brasil), entabla amistad con los artistas locales realizando una exposición en enero de 1949. Al mes siguiente, está en Venezuela como delineante en la Oficina Técnica de Reparaciones de las Fuerzas Navales (Valencia, Estado de Carabobo), reclamando en octubre a su familia. Mientras tanto, en España, se le abre un expediente por el TERMC acusado de «comunismo». A inicios de 1950 enferma de una fiebres y le determinan principio de tuberculosis. Regresa a Gran Canaria y comprueban que el diagnóstico es erróneo. Sin embargo, José Arencibia Gil no decae ante esta fatalidad. Todo lo contrario, sigue adelante con el incondicional apoyo y cariño de la familia y las amistades. Arencibia Gil se incorpora a las anteriores labores municipales, además de emplearse en la Carpintería Lisón como diseñador de muebles. No le falta el afecto y el favor incondicional de sus allegados.

Todo lo contrario le ocurre a Juan Ismael. Siempre retraído, el tinerfeño se pierde en el alcohol y como amigo de barra el escritor bohemio Víctor Doreste. Con todo, Juan Ismael comienza una relación con la violinista Nieves Gas, aunque sorprende que en su situación anímica despertara alguna atracción. Y más aún, que se casaran tan pronto, en septiembre de 1950. ¿Busca en ella el afecto que ocupe su vacío interior o simplemente una compañía ante la soledad? Dos años después, nace su hija Leonor con síndrome de Down, el mayor drama de su vida, afirmaría en una entrevista. En lo artístico, y a lo largo de 1950, Juan Ismael colabora con los jóvenes creadores en las Exposiciones de Arte Contemporáneo del Museo Canario hasta convertirse en el cofundador del Grupo LADAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo). Si bien abrigaban sospechas del pasado falangista de nuestro artista, reconocen de igual forma su prestigio en la vanguardia artística durante la Segunda República. Cuatro años después participa en la VI Exposición Regional de Bellas Artes:

Juan Ismael, espíritu alerta y vivo, plenamente sintonizado con las corrientes artísticas de nuestra hora, nos brinda en su composición titulada ʻEl Viento y la Bonanzaʼ una obra muy reveladora de su estilo, en el que la finura cromática se empareja con la originalidad de la composición y la gracia del sentido representativo. El oficio de este artista adquiere cada día más densidad, más acendrada y honda calidad. [Diario de Las Palmas, 13-05-1954, p.12]

Y mientras el tinerfeño pasea por las distintas salas habría visto un cuadro de pintura vigorosa de un grupo de ancianos. La obra está sólidamente construida y organizada, tanto por el lado de la forma como del color. El tema rebosa un fuerte gusto dramático y terrible con esas llamaradas de fondo. Campesinos del Sur es el título y su autor José Arencibia Gil. Efectivamente. Nuestros protagonistas se encuentran otra vez y en situaciones personales opuestas. Arencibia Gil trabajando para el Ayuntamiento de Telde como delineante municipal y asesor artístico. Realiza proyectos de una gran repercusión social de carácter urbanístico, arquitectónico y escultórico. No le faltan obras estéticas como la reforma y decoración del Casino «La Unión»; y además, el sacerdote y cronista Pedro Hernández Benítez le dedica su libro Telde. Sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos. Con toda seguridad ambos sabrían de sus respectivas adversidades, tanto en lo artístico como en lo personal y familiar. Se sabe casi todo de todos en las localidades pequeñas.

Juan Ismael y Arencibia Gil se encontrarían y, ante los éxitos del teldense, el tinerfeño se preguntaría: ¿cómo ha llegado este hombre hasta aquí?, reflexionando acerca de la buena fortuna que ha seguido a José Arencibia Gil frente a los peligros y calamidades hallados en su camino. El teldense se limitaría a observar la delgada figura del gran Juan Ismael, de aspecto triste y solitario, ligeramente encorvado. La carga emocional cae con fuerza sobre sus hombros. Las miradas se encuentran durante un breve tiempo y prosiguen su paseo por las salas.

Fig. 4. Expediente de José Arencibia Gil.
Tribunal Especial para la Represión de la
Masonería y el Comunismo. Sumario 505-49.
Centro Documental de la Memoria Histórica. Salamanca.

A partir de 1954, José Arencibia Gil hace frente a la angustia que le produce el expediente del TERMC, tal como le ocurrió a Juan Ismael. ¿Correría la misma suerte que el tinerfeño? Tras obtener la plaza de profesor de dibujo en el Instituto Laboral de Telde es denunciado por un funcionario municipal alegando su situación de «rojo» como impedimento para ejercer la enseñanza. La rápida actuación de las amistades detuvo la denuncia, aunque harían indagaciones. De esta manera Arencibia Gil conoce su situación jurídica. Tras prestar declaración en enero de 1956 y entregar dos avales escritos por el alcalde de Telde y el sacerdote de la iglesia de San Juan Bautista, se procede a la terminación del sumario en marzo de 1956 cerrándose su expediente tres meses después confirmando «[…]que sin antecedentes penales, afiliado a las J.S.U. sirvió voluntario en el ejército rojo llegando a capitán. En la actualidad observa buena conducta y está conceptuado como afecto al régimen». Efectivamente. Aquella ideología de juventud había quedado atrás y en la sociedad de los «vencedores» no le faltó empleo público ni encargos de la Iglesia, uno de los tres sólidos pilares de la dictadura franquista. No obstante, Arencibia Gil jamás se liberó del estigma de «rojo», y con ello, el miedo a cuestas hasta su muerte.

En este mismo año, y por última vez, se presenta a la VII Exposición Regional de Bellas Artes con tres paisajes: Roque Nublo, Valle de San Roque y Teror (Miraflor). También lo hace Juan Ismael con otras tantas obras: La Celestina (Encáustico en frío), Encuentro primaveral y Nacimiento de Venus. El tinerfeño había superado dos años atrás una aguda crisis nerviosa que precisó internamiento psiquiátrico bajo vigilancia y tutela del doctor Rafael O´Shanahan. Su mente quebró. Probablemente no entendía como aquel Régimen que ayudó a construir 20 años atrás no le favorecía ni una sola vez. Mientras los enemigos a los que combatió obtenían oportunidades y favores que a él le negaba. El tinerfeño pensaría todo eso al conocer los comentarios relacionados con los empleos públicos de José Arencibia Gil en el Ayuntamiento y en el Instituto Laboral en Telde, entretanto él dependía de su esposa violinista. Y de nuevo se encontrarían. Saludos cordiales y un diálogo mental en forma de conversación pendiente de lo no dicho la vez anterior. Simultáneamente es un encuentro tardío con el que fue su enemigo en el pasado.

—¿Tal vez te preguntes como he terminado así?, pregunta Juan Ismael. Y José Arencibia: Pues sí, aunque quiero contarte mi historia. Tengo una curiosidad: ¿Qué has ganado con ello? Y una triste sonrisa se insinúa en su boca.

De esta manera comentarían sus realidades trastocadas por los acontecimientos, dando paso a una imaginaria conversación sanadora. Mientras en sus mentes asoman los recuerdos que despiertan emociones contradictorias, pues van surgiendo imágenes de los pasillos, las aulas y las salas tertulianas de la Academia de San Fernando y el Ateneo de Madrid. A los instantes de alegría le sucede una mezcla de miedo y tristezas por aquella guerra que les cambió la vida cuando solamente querían conocer de arte y belleza.

Bibliografía y websgrafía

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